¿Serán capaces los barcos de alimentarse exclusivamente de energías 100% limpias? Es el gran interrogante que afronta el transporte marítimo en esta etapa de transición ecológica. A día de hoy, el gas natural licuado es la alternativa real más sostenible, aunque existen otras opciones que están ayudando a despejar la incógnita. Un ejemplo es el caso del ‘Energy Observer’. Esta embarcación, la primera propulsada de forma eléctrica con hidrógeno verde, está dando la vuelta al mundo sin producir emisiones contaminantes.
La tecnología y la innovación se alían con el compromiso medioambiental en un interesante proyecto que está sirviendo para comprobar si la combinación de hidrógeno y energías renovables puede propulsar a los barcos. La nave inició su viaje en París rumbo al Océano Atlántico hace más de tres años y en sus planes está visitar unos 50 países y realizar más de 100 escalas cuando concluya la expedición a finales de 2022.
El ‘Energy Observer’, construido a principios de la década de los 80, ha sido pionero desde sus inicios. Su novedosa configuración -por aquel entonces era el maxi catamarán más grande del mundo- marcó la evolución de los multicascos. Tanto es así que en 1984 batió un récord al ser el primer barco a vela capaz de navegar unas 500 millas en menos de 24 horas.
Una década después conseguiría formar parte de otro hito de la navegación. En aquella ocasión, la parte central de la embarcación fue la base del multicasco ‘ENZA New Zeland’ con el que Robin Knox-Johnston y Peter Blake lograron en 1994 el Trofeo Julio Verne al dar la vuelta al mundo en menos de 75 días.
El ‘Energy Observer’, que navega desde hace tres años por mares de medio mundo, viene a confirmar las posibilidades del hidrógeno marino dentro del proceso de transición energética
Antes de iniciar su actual aventura sostenible, fue necesario adaptar la embarcación. O, mejor dicho, transformarla. Tanto como para reducir su peso a menos de 30 toneladas. De esta forma, es el barco más ligero con sistemas de baterías de almacenamiento.
Los cambios también son apreciables a simple vista. Para la generación de la energía solar y eólica que alimenta los dos motores eléctricos, se instalaron tres paneles fotovoltaicos que ocupan más de 130 metros cuadrados de la cubierta del catamarán. Asimismo, cuenta con dos turbinas eólicas y una cometa de 50 metros cuadrados. Todo ello es capital para conseguir que funcione gracias a renovables.
Las mencionadas serían dos de las fuentes de energía. Pero, ¿qué ocurre esos días que no hay ni sol ni viento? Es evidente que hace falta una reserva que permita a la maquinaria seguir funcionando. Y aquí entra en juego el hidrógeno verde que la embarcación es capaz de autogenerar a partir del mar. En concreto, se extrae mediante electrólisis del agua marina que el propio barco recoge a medida que se desplaza.
El hidrógeno se almacena en una pila de combustible para utilizarlo cuando hace falta, de tal forma que complementa a la energía solar y eólica, lo que hace que la navegación sea completamente sostenible. No emite a la atmósfera ni emisiones de gases de efecto invernadero ni partículas finas. Sol, viento y agua son los recursos que hacen funcionar los motores eléctricos de este barco.
El ‘Energy Observer’, que navega desde hace tres años por mares de medio mundo, viene a confirmar las posibilidades del hidrógeno marino dentro del proceso de transición energética aunque todavía quedan retos por delante. Sin ir más lejos, que sea eficiente autoabastecerse y que su coste no suponga un obstáculo.
Esa cuestión se antoja crucial para hacer viable su uso cuando ya se han demostrado las bondades del hidrógeno como alternativa a otros combustibles contaminantes. Se ha calculado, por ejemplo, que puede generar cuatro veces más energía que el carbón y tres más que el gasoil. Todo ello, con el añadido de reducir las emisiones a la atmósfera.
Enagás no es ajena a este contexto y está impulsando proyectos de energías renovables no eléctricas entre las que, precisamente, se encuentra el hidrógeno verde. Su potencial es innegable para canalizar grandes cantidades de energía renovable a partir de la generación eléctrica, además de para almacenar y gestionar energía de forma masiva durante largos periodos de tiempo.
De hecho, más allá de su aplicación en el futuro del transporte, la Comisión Europea reconoce el importante papel que desempeñará este gas en el mix energético. Llega hasta tal punto que ha expuesto la necesidad de que se configure una red europea de hidrógeno que conecte África y Europa para garantizar un suministro no contaminante continuo y flexible.
Precisamente, el ambicioso despliegue de energía eléctrica renovable incluido en el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima), al que se han de sumar los recursos naturales con los que cuenta España, posiciona al país a nivel europeo como un lugar idóneo para liderar un proyecto de estas características dentro de los denominados IPCEI (Important Project of Common European Interest).
Es necesario fijar una hoja de ruta con pautas de actuación a medio y largo plazo para impulsar el uso del hidrógeno de fuentes renovables. Este proceso requerirá, entre otros aspectos, lograr una solución de almacenamiento de energía eficiente y menos costosa. Asimismo, que la generación sea acorde a la demanda existente y que se reduzca la dependencia energética del exterior, todo ello a la vez que se da la descarbonización de sectores industriales difíciles de electrificar.
Mientras seguimos avanzando hacia un horizonte más limpio, con el GNL como alternativa más realista a día de hoy, el hidrógeno empieza a ocupar un papel cada vez más relevante. El ‘Energy Observer’ es solo un primer paso, ya que hay una serie de limitaciones que resolver, pero el rumbo sostenible ya se ha tomado. Ahora hay que mantenerlo.