El amoníaco verde es un compuesto de nitrógeno e hidrógeno que se presenta como un vector energético muy interesante para la descarbonización de ciertos sectores, como el de producción de fertilizantes o el transporte marítimo, y como portador de hidrógeno, facilitando su almacenamiento y transporte de manera eficiente y segura desde regiones remotas de producción.
Durante la obtención y el uso de energías renovables se producen momentos en los que, por un lado, existe una alta producción y, por otro, una baja demanda. En estas ocasiones es necesario almacenar y aprovechar los excedentes energéticos para que no se pierdan.
Los vectores de energía son aquellos compuestos que dan la posibilidad de almacenar y transportar energía para que sea liberada más tarde. El hidrógeno de origen renovable es uno de los más prometedores de entre todos ellos, tanto por su composición libre de carbono como por su versatilidad a la hora de producir otras moléculas renovables derivadas, entre las que destaca el amoníaco verde.
En el proceso conocido como síntesis de amoníaco (esto es, la combinación de hidrógeno y nitrógeno para producir amoníaco) se encuentra el factor fundamental para el almacenamiento del hidrógeno. Cuando se descompone, el amoníaco verde se convierte en un eficiente portador de hidrógeno, con un porcentaje de casi un 18 % de contenido de hidrógeno en masa.
Cuando se descompone, el amoníaco verde se convierte en un eficiente portador de hidrógeno
Además, gracias a su alta densidad energética, el amoníaco verde tiene una gran ventaja, y es que permite su almacenamiento y transporte en cisternas de menores dimensiones y peso que en el caso del hidrógeno.
Actualmente, la mayor parte de la demanda mundial actual de amoníaco (con origen fósil) es utilizada en la fabricación de fertilizantes. El amoníaco verde se emplea principalmente para descarbonizar estas industrias que lo utilizan como materia prima. Adicionalmente se puede emplear para generar electricidad libre de carbono gracias al empleo de celdas de combustible o turbinas de gas o en procesos de combustión interna en transporte marítimo y para la aviación.
Aunque el transporte de hidrógeno por ductos se presenta como la solución más eficiente, el amoníaco es de gran valor como portador que permite el transporte de hidrógeno de orígenes lejanos donde el transporte por ducto no es una opción. Se trata de un gas que se fabrica, almacena y transporta a escala industrial, por lo que tiene un coste bajo.
La ebullición del amoníaco verde se sitúa en los -33 grados °C y, tanto en modo gaseoso como líquido, los requisitos de conservación del amoníaco son escasos, lo que hace sencillo y versátil su almacenaje y transporte, que puede llevarse a cabo en pequeñas bombonas en lugares de difícil accesibilidad, o bien en grandes tanques en polos industriales con el fin de alimentar maquinaria.
Los requisitos de conservación del amoníaco son escasos, lo que hace sencillo y versátil su almacenaje y transporte
Una vez llegado a su destino, el amoníaco verde puede transformarse de nuevo en hidrógeno verde para su empleo en industrias, o usarse directamente, bien como materia prima o como combustible en el transporte marítimo, entre otros ejemplos.
Con una tecnología sencilla y una inversión reducida se puede producir este combustible en cualquier lugar del mundo.
Por tanto, el amoníaco verde obtenido a partir de hidrógeno verde, que a su vez se obtiene mediante la energía eléctrica producida por el sol, el viento o el mar, es de gran importancia para el desarrollo de estas energías renovables.
El amoníaco verde es de gran importancia para el desarrollo de energías renovables
Todo ello sin olvidar que puede emplearse como un combustible al uso mediante la combustión en motores o a través de una reacción química con el oxígeno en una pila para producir electricidad.
Su utilización puede servir para alcanzar la descarbonización planteada por la Unión Europea de cara a 2050.
El amoníaco verde, al ser producido mediante fuentes de energía renovable, no emite dióxido de carbono (CO₂) durante su producción, y por ello es de gran ayuda a la hora de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en los sectores que ahora mismo emplean amoníaco convencional elaborado a partir de gas natural que sí es intensivo en carbono.
Del mismo modo, el amoníaco verde permite reducir la dependencia de los combustibles fósiles, ya que se produce con recursos locales.
Según el plan RePowerEU, que apoya la transición hacia una energía limpia en Europa alcanzando un sistema energético más resiliente, se necesitarán 20 millones de toneladas de hidrógeno renovable en el año 2030 para descarbonizar la industria europea. Se prevé que 10 millones de toneladas sean producidas domésticamente y otros 10 millones de toneladas sean importadas, de las cuales 4 serían en forma de amoníaco u otros derivados.
Se prevé que, del hidrógeno renovable necesitado para 2030, 10 millones de toneladas sean producidas domésticamente y otros 10 millones de toneladas sean importadas, de las cuales 4 serían en forma de amoníaco u otros derivados