El hidrógeno es el elemento más abundante del universo. Pero resulta complicado encontrarlo en estado libre. Hay que extraerlo de otras fuentes como el agua, el carbón, la biomasa o el gas natural.
La variedad de opciones para su producción y obtención, junto con su alta eficiencia en pilas de combustible y su capacidad de almacenamiento por largos periodos, hacen de él un recurso altamente apreciado en todos los sectores de la sociedad.
Existen distintos tipos de hidrógeno, en función de las fuentes y sus métodos de producción.
El hidrógeno verde presenta innumerables ventajas, como por ejemplo:
La capacidad del hidrógeno para gestionar energía renovable eléctrica, algo que a día de hoy no es posible realizar a gran escala, garantizaría la seguridad y fiabilidad del suministro energético en un futuro en el que las renovables adquieran un mayor peso en el mix de generación eléctrica. Este aumento conllevará grandes excedentes de electricidad, y una de las maneras más eficientes de almacenar esta energía será a través de la producción de hidrógeno verde. A este proceso se le denomina tecnología power to gas (concepto que hace referencia a la transformación de electricidad en gas, hidrógeno en este caso).
Para 2030 está previsto que el hidrógeno sea capaz de mover entre 10 y 15 millones de turismos y medio millón de camiones
El hidrógeno verde, producido mediante electrólisis, puede contribuir a la descarbonización de tres grandes sectores:
El principal reto es hacer del hidrógeno verde una tecnología competitiva
El hidrógeno verde es hoy en día una tecnología desarrollada y demostrada. El principal reto es hacer del hidrógeno verde una tecnología competitiva, y para ello, es clave implementar la fase de escalado de la producción industrial. En este sentido, es imprescindible invertir en innovación e incentivar la I+D+i para acelerar la curva de aprendizaje y las economías de escala en las inversiones de las plantas de producción.
Sólo mediante la definición de pautas de actuación a medio y largo plazo, como ya se está haciendo con las energías renovables eléctricas, se conseguirá una neutralidad tecnológica en un contexto de transición energética y se dotará al sistema de todas las herramientas necesarias para garantizar la seguridad y flexibilidad del sistema energético nacional y europeo.
De cara a introducir en un futuro grandes cantidades de hidrógeno en las infraestructuras existentes, es necesario desarrollar un sistema de garantías de origen que permita asegurar la trazabilidad y carácter renovable del hidrógeno inyectado.
¿Y desarrollar un plan consensuado que impulse el hidrógeno en España? Sí, este debe ser otro de los retos a abordar. Un plan que incluya objetivos y actuaciones en el medio (2030) y largo plazo (2050), en línea con los objetivos de sostenibilidad propuestos por el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), en línea con los planes nacionales de hidrógeno que ya están publicando la mayor parte de los países europeos.
El hidrógeno verde supone una oportunidad tecnológica que, como país, debemos aprovechar
El hidrógeno verde supone una oportunidad tecnológica que, como país, debemos aprovechar. España cuenta con una posición privilegiada para producirlo a gran escala, por su capacidad de generación de energías renovables eléctricas. Y además cuenta con una red de infraestructuras ya preparada para transportarlo y almacenarlo, que va a permitir que la transición energética se realice al menor coste posible, un factor fundamental para que este proceso sea justo e inclusivo y garantice el suministro y la flexibilidad del sistema energético.