Japón es un país pequeño, con unas características territoriales muy especiales, y que carece de reservas nacionales de combustibles fósiles. Por este motivo, siempre se ha visto obligado a importar grandes cantidades de recursos energéticos, y a tener gran dependencia del carbón y de la energía nuclear.
Tras el desastre nuclear de Fukushima Daiichi en 2011, todos los reactores nucleares se cerraron progresivamente por cuestiones de seguridad y por el rechazo social que existía desde el incidente. Sin embargo, cuenta con planes para convertir las áreas abandonadas de Fukushima en un centro de energía renovable, donde se construirán nuevas plantas solares, parques eólicos y una red de transmisión de energía que alimentará a Tokio con electricidad.
Japón actualizó en 2023 su Estrategia Nacional de Hidrógeno de 2017
Japón puede ser considerado el país más entusiasta del mundo y el que más esfuerzos está realizando para el desarrollo de energía a partir del hidrógeno. Una visión que comparten el Gobierno y la industria automotriz local.
Los planes gubernamentales en Japón tienen como objetivo alcanzar los 200.000 vehículos de celdas de combustible para 2025 y 800.000 para 2030, que serán alimentados por una red de 900 estaciones de servicio (nueve veces más de las actuales).
Todavía son muchos quienes se preguntan a qué se debe el gran interés de Japón por el desarrollo de una tecnología aún en fase inicial. La respuesta es clara: “Las islas pequeñas, montañosas y densamente pobladas de Japón no son adecuadas para la producción a gran escala de electricidad renovable, mientras que después de las crisis de Fukushima Daiichi en 2011, el país tiene poco apetito por la energía nuclear».
La apuesta de Japón por la generación de energía a partir del hidrógeno es evidente, tal y como reflejan algunos de los proyectos que ya están en marcha.
Por ejemplo, la creación por un consorcio japonés del Campo de Investigación de Energía de Hidrógeno de Fukushima (FH2R), una unidad de producción de hidrógeno de clase 10MW de energía renovable, la clase más grande del mundo.
FH2R utiliza energía renovable, que está sujeta a grandes fluctuaciones. Por ello, la planta se ajustará a la oferta y la demanda en la red eléctrica para maximizar la utilización de esta energía, a la par que establece una tecnología de producción de hidrógeno verde de bajo coste.
El desafío más importante al que se enfrente Japón en la etapa actual de prueba es usar el sistema de gestión de energía de hidrógeno para lograr la combinación óptima de producción y almacenamiento y los ajustes de equilibrio de la oferta y la demanda de la red eléctrica, todo ello sin el uso de baterías de almacenamiento.
Japón actualizó en 2023 su Estrategia Nacional de Hidrógeno de 2017. El actual objetivo para 2040 es el de producir 12 millones de toneladas anuales de hidrógeno verde. Se espera que para 2030 el suministro anual alcance los 3 millones de toneladas, en comparación con los 2 millones de toneladas previamente establecidos. Además, se estima que para 2050 el suministro llegará los 20 millones de toneladas. Esta revisión de la estrategia para los próximos 15 años supondrá una inversión estatal y empresarial combinada de más de 88.200 millones de euros.