La Tierra se encuentra en un momento crucial. En plena emergencia climática nos encaminamos hacia un nuevo modelo energético que garantice la sostenibilidad del planeta. Y en este escenario han aparecido, en los últimos años, muchos términos como el de energía sostenible. Pero, ¿qué significa realmente?, ¿qué tipos de energía engloba?
Si nos ceñimos a su definición, por energía sostenible se entiende aquella que se puede utilizar para cubrir la demanda de la sociedad actual sin que ello condicione las necesidades energéticas de las generaciones futuras.
Dos características sobresalen en este tipo de energía. Una es que se repone de manera natural y su uso no hace que se agote, si bien puede reducirse de forma mínima su capacidad. La segunda tiene que ver con la contaminación que genera, ya que hablamos de un impacto ambiental insignificante.
Dentro de las energías sostenibles cabe destacar las energías renovables. Ambos conceptos se utilizan en ocasiones de forma indistinta y, sin embargo, no son sinónimos. Es cierto que las renovables son sostenibles, pero las sostenibles engloban otras energías alternativas que no siempre son renovables.
Las energías renovables son un pilar esencial que permitirá garantizar un suministro sostenible en las próximas décadas. Se obtienen de fuentes naturales inagotables, a la vez que son un recurso limpio cuyo impacto contaminante es nulo o muy bajo.
Las energías renovables son un pilar esencial que permitirá garantizar un suministro sostenible en las próximas décadas.
El potencial de las renovables es innegable y en los últimos años se han dado grandes pasos -además de su desarrollo tecnológico- para aprovechar mejor todo su potencial.
Hay diferentes tipos en función de los recursos naturales que se emplean para lograr estas energías. Estas son algunas de ellas:
Año a año estas fuentes de energía cubren un porcentaje cada vez mayor de la demanda. En el caso de España fue de un 21,4% en 2020, con un incremento de más de 3 puntos respecto a 2019. De esta forma, superó la barrera del 20 %, que era el objetivo recogido en la normativa europea.
Todos estos avances que se están dando en la generación de energías limpias han de ir acompañados también de mejoras en el ámbito de la eficiencia energética. Es decir, que para la obtención de los mismos bienes o servicios —o bien en diferentes procesos industriales—, se emplee la menor cantidad de energía posible. De poco serviría en esta ruta sostenible recurrir a alternativas más limpias si se malgastan los recursos en lugar de optimizarlos.