Japón es un país pequeño, con unas características territoriales muy especiales, y que carece de reservas nacionales de combustibles fósiles. Por este motivo, siempre se ha visto obligado a importar grandes cantidades de recursos energéticos, y a tener gran dependencia del carbón y de la energía nuclear.
Tras el desastre nuclear de Fukushima Daiichi en 2011, todos los reactores nucleares se cerraron progresivamente por cuestiones de seguridad y por el rechazo social que existía desde el incidente.
El gobierno de Japón formuló a finales de 2017 una estrategia básica para la promoción del uso de hidrógeno con el objetivo de convertirse en la única sociedad del mundo basada en el hidrógeno
Sin embargo, ya se han anunciado planes para convertir las áreas abandonadas de Fukushima en un centro de energía renovable, donde se construirán nuevas plantas solares, parques eólicos y una red de transmisión de energía que alimentará a Tokio con electricidad.
A pesar de que el área contigua a la instalación sigue siendo insegura, según informaciones de Nikkei Asian Review, Japón está desarrollando un plan para convertir el área en un paraíso para las energías renovables.
Japón puede ser considerado el país más entusiasta del mundo y el que más esfuerzos está realizando para el desarrollo de energía a partir del hidrógeno. Una visión que comparten el Gobierno y la industria automotriz local.
“El hidrógeno, como fuente primaria y, lo que es más importante, como portador de energía, debe ser más barato y asequible”, declaró el año pasado el primer ministro Shinzo Abe en Davos. “Mi gobierno tiene como objetivo reducir el costo de producción de hidrógeno en al menos un 90 por ciento para el año 2050”.
Los planes gubernamentales en Japón tienen como objetivo alcanzar los 200.000 vehículos de celdas de combustible para 2025 y 800.000 para 2030, que serán alimentados por una red de 900 estaciones de servicio (nueve veces más de las actuales).
Todavía son muchos quienes se preguntan a qué se debe el gran interés de Japón por el desarrollo de una tecnología aún en fase inicial. La respuesta es clara: “Las islas pequeñas, montañosas y densamente pobladas de Japón no son adecuadas para la producción a gran escala de electricidad renovable, mientras que después de las crisis de Fukushima Daiichi en 2011, el país tiene poco apetito por la energía nuclear».
La apuesta de Japón por la generación de energía a partir del hidrógeno es evidente, tal y como reflejan algunos de los proyectos que ya están en marcha.
El más reciente, la creación por un consorcio japonés del Campo de Investigación de Energía de Hidrógeno de Fukushima (FH2R), una unidad de producción de hidrógeno de clase 10MW de energía renovable, la clase más grande del mundo.
FH2R utiliza energía renovable, que está sujeta a grandes fluctuaciones. Por ello, la planta se ajustará a la oferta y la demanda en la red eléctrica para maximizar la utilización de esta energía, a la par que establece una tecnología de producción de hidrógeno verde de bajo coste.
El gobierno de Japón formuló a finales de 2017 una estrategia básica para la promoción del uso de hidrógeno con el objetivo de convertirse en la única sociedad del mundo basada en el hidrógeno. Esta estrategia incluye un plan de acción hasta el año 2030 y una visión a futuro (año 2050) que pretende reducir el costo de hidrógeno verde que conduce hacia la neutralidad de carbono.
El desafío más importante al que se enfrente Japón en la etapa actual de prueba es usar el sistema de gestión de energía de hidrógeno para lograr la combinación óptima de producción y almacenamiento y los ajustes de equilibrio de la oferta y la demanda de la red eléctrica, todo ello sin el uso de baterías de almacenamiento.
Los juegos olímpicos de Tokio, que finalmente se celebrarán en 2021, ya han sido bautizados como los primeros juegos del hidrógeno.
El inicio de los juegos se ha retrasado hasta el 23 de julio de 2021, por culpa de la pandemia que está asolando al planeta. Sin embargo, lo que es evidente es la herencia que pretenden dejar al mundo.
El gobernador del Gobierno Metropolitano de Tokio dijo en 2019 que el objetivo de los juegos era “dejar una sociedad del hidrógeno como legado”, después de recordar que el legado de los primeros juegos organizados en Japón (1964) fue la construcción de la red de trenes de alta velocidad que todavía ofrece un valor y un servicio increíbles.
Así, durante la celebración de los juegos está previsto poner en circulación miles de autos de celdas de combustible y alrededor de 100 autobuses de celdas de combustible adicionales. Además, se están construyendo nuevas estaciones de combustible de hidrógeno.
Japón es consciente de que esta será una gran oportunidad para centrar la atención en el hidrógeno como fuente viable de combustible limpio, ya que todo el planeta estará pendiente de lo que allí suceda.
Los responsables políticos del país creen que, a medida que los países adaptan las nuevas tecnologías para cumplir los objetivos de compensación de los efectos del cambio climático, contar con este ejemplo contribuirá en gran medida a establecer políticas más concretas en el futuro.
De forma simbólica y por primera vez en la historia, la antorcha olímpica se encenderá con una llama de hidrógeno.
Otro ejemplo es el desarrollo de la ciudad del futuro que desea construir Toyota a finales de 2021. El gigante nipón quiere transformar una antigua fábrica de automóviles en una «ciudad prototipo del futuro» donde probará vehículos autónomos, tecnología para el hogar inteligente, robótica y nuevos productos de movilidad.
El lugar se encuentra en la base del monte Fuji y será diseñado por el famoso arquitecto danés Bjarke Ingels. Albergará hasta 2.000 personas, incluidos los empleados de Toyota y sus familias que residirán allí, y contará con la tecnología de celdas de combustible de hidrógeno de la compañía.