Neutralidad de carbono: 10 preguntas y respuestas

La huella de carbono es el cálculo de la cantidad de gases de efecto invernadero que se emiten, de manera directa o indirecta, durante un periodo de tiempo. Aunque los GEI incluyen además del dióxido de carbono (CO2), gases como el metano (CH4) o el óxido nitroso (N2O), se le denomina huella de carbono porque justamente es el dióxido de carbono el de mayor concentración. El incremento de los niveles de estos gases en la atmósfera a lo largo de las últimas décadas es una de las principales causas detrás del cambio climático.

La Organización Meteorológica Mundial señala que las cantidades actuales de CO2 atmosférico son similares a las que tenía nuestro planeta hace más de tres millones de años, cuando el termómetro terrestre marcaba casi 3°C más y el nivel del mar era entre 10 y 20 metros mayor que el que tenemos en estos momentos.

El cálculo de las emisiones de CO2 cambia dependiendo del tipo de combustible que las emite, así como la manera en la que se generan. En el ámbito empresarial, una de las clasificaciones más extendidas es la de los alcances:

– Alcance 1. Son las emisiones directas que tiene una organización o entidad y que se producen por la quema de combustibles fósiles en los procesos que están bajo su control. Por ejemplo, las emisiones del combustible fósil utilizado por la maquinaria que utiliza en su cadena de producción o las de su flota de transporte.

– Alcance 2. Son las emisiones indirectas asociadas a la generación de electricidad adquirida y consumida por la organización. Son consideradas indirectas al no estar bajo control directo de la organización. Por ejemplo, la electricidad comprada para el funcionamiento de los equipos no emite los mismos niveles de GEI si provienen de fuentes renovables o de combustibles fósiles.

– Alcance 3. También son emisiones consideradas como indirectas e incluyen aquellas producidas por los distintos elementos de la cadena de valor de la organización, tanto aguas arriba (por ejemplo, las emisiones de los proveedores) como aguas bajo (por ejemplo, las que generan los clientes en la utilización de los productos o servicios).

Alcanzar la neutralidad de carbono significa lograr un equilibrio entre las emisiones de CO2 que se liberan en la atmósfera y las que se retiran. Los expertos indican que la mejor manera es eliminando las emisiones en su origen. Una vez alcanzada la máxima reducción posible, se aborda la compensación del resto de emisiones hasta alcanzar la neutralidad. Existen varias opciones para lograr dicha compensación, como los sumideros de carbono, que son depósitos naturales -océanos y bosques, por ejemplo-, que absorben y capturan el dióxido de carbono de la atmósfera y reducen así su presencia en el aire.

Hablamos de carbono cero cuando no existen emisiones de carbono durante la actividad realizada para producir un bien o servicio. Por ejemplo, un edificio comercial se considera de emisiones cero si funciona completamente con energías limpias o renovables.

El carbono negativo se origina cuando una persona, compañía o sector elimina más GEI de los emitidos, generando así un impacto positivo en la atmósfera. A partir del año 2050 será necesario eliminar más gases de efecto invernadero de los emitidos para garantizar que las generaciones futuras cuenten con un medioambiente y recursos naturales necesarios para su sostenibilidad.

A través de la captura de CO2 de una fuente puntual, como una planta de energía o una fábrica, antes de que se emita a la atmósfera. El CO2 una vez capturado es almacenado de forma segura o utilizado como materia prima en otros procesos productivos. 

Adicionalmente, existen otros mecanismos para eliminar el carbono de la atmósfera. Entre ellos, se destacan la reforestación, la fertilización de los océanos para incrementar el fitoplancton de absorción y los proyectos para evitar la deforestación. 

El Pacto Verde Europeo es un conjunto de iniciativas aprobadas por la Comisión Europea con el objetivo de impulsar la transición ecológica para, finalmente, alcanzar la neutralidad climática en 2050. Los países miembros de la UE deben reducir sus emisiones de GEI por lo menos un 55 % para 2030 y lograr la neutralidad en 2050.

Para lograr dichos objetivos se han planteado medidas como invertir en tecnologías ambientalmente respetuosas, desarrollar métodos de transporte no contaminantes, descarbonizar el sector energético o facilitar la financiación de proyectos verdes.

El hidrógeno renovable es uno de los vectores energéticos idóneos para combatir el cambio climático. Se trata de una energía limpia y versátil, que se produce empleando electricidad que proviene de fuentes renovables como la energía eólica, solar e hidroeléctrica, las cuales no emiten GEI.

La Hoja de Ruta hacia el Cero Neto en 2050, publicada por la Agencia Internacional de la Energía, AIE, en 2021, establece que el hidrógeno y los combustibles basados en él, siempre que se produzcan con bajas emisiones de CO2, tienen un papel fundamental a la hora de lograr la neutralidad de carbono.

Hacer cambios en el hogar, el transporte o en algunos hábitos diarios puede contribuir a reducir la huella de carbono personal. En el caso de la vivienda es posible utilizar medidas de eficiencia energética, como el aislamiento térmico, electrodomésticos de bajo consumo eléctrico, o aprovechando al máximo la luz natural.

En cuanto a la movilidad, además de pensar en alternativas que funcionen con fuentes energéticas de bajas emisiones, existen opciones como compartir vehículo, utilizar medios de transporte públicos o realizar trayectos en bicicleta o caminando cuando sea posible, por ejemplo.

El Acuerdo de París es el primer acuerdo universal vinculante en materia de cambio climático. Se adoptó durante la celebración de la COP21 realizada en París en 2015 con la finalidad de evitar el incremento de la temperatura media del planeta por encima de los 2ºC.

Los países firmantes se comprometieron a alcanzar la neutralidad del carbono para 2050, lo que implica poner en marcha una serie de medidas para limitar el calentamiento global a 1,5ºC sobre los niveles preindustriales.