La movilidad sostenible, un reto presente que marcará el futuro

24 febrero, 2020

¿Sabías que el transporte es uno de los sectores que más pueden afectar al cambio climático? En Europa, el 20% de las emisiones de CO2 proceden del transporte y se prevé que, en concreto, el volumen del transporte de mercancías aumente un 30% de aquí a 2030.

Ante esta realidad, la Comisión Europea se ha marcado como objetivo para 2030 reducir en al menos un 40% el total de emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a 1990, así como alcanzar una cuota mínima de energías renovables en el consumo final de energía del 32%.

No hay duda de que vivimos en una sociedad cada vez más concienciada y sensible al cuidado del medioambiente. Esto se traslada también al ámbito de la movilidad al que, cada vez más, se le exige sistemas de transporte sostenibles que permitan mejorar la calidad del aire –reduciendo las emisiones a la atmósfera- y disminuir el consumo excesivo de energía.

Solo cabe avanzar hacia un futuro descarbonizado en el que la movilidad va a jugar un papel muy importante. Para que los resultados sean los esperados, se debe aplicar eficiencia en todos los tipos de movilidad: desde la rodada de particulares hasta el transporte pesado por mar y tren.

¿Qué es un sistema de transporte sostenible?

El Consejo de Ministros de Transporte de la Unión Europea lo define como el sistema de transporte que:

  • Permite que las necesidades básicas de acceso y desarrollo de las personas, las empresas y la sociedad se satisfagan de manera segura y coherente.
  • Es asequible, opera de forma justa y eficiente, ofrece una alternativa de modo de transporte y es compatible con una economía competitiva.
  • Limita las emisiones a la atmósfera, utilizando recursos renovables y complementándolos con un uso racional de recursos no renovables.

¿Cómo se mide?

La sostenibilidad del transporte se mide en base a la eficacia y la eficiencia, así como por el impacto ambiental y climático del medio.

Un modelo de transporte sostenible es aquel que utiliza menos combustible y genera menos emisiones. A largo plazo, será más sostenible en la medida en que se vayan implantando gradualmente las energías renovables.

¿Qué papel juega el gas en los nuevos modelos de movilidad sostenible?

El gas natural es una alternativa de movilidad eficiente en el camino hacia un futuro descarbonizado, fundamentalmente en el transporte pesado. Esta energía de alto rendimiento reduce entre el 80 y el 90% las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx), entre un 20 y 30% las de CO2, y el 100% las de óxidos de azufre (SOx) y partículas, lo que permite mejorar la calidad del aire. Además, es una opción compatible con la movilidad por carretera, marítima y ferroviaria, y aporta también beneficios económicos.

El transporte marítimo emite, solo en España, una media anual de 1.541 toneladas de partículas, que se reducirían en un 95% con la utilización del gas natural licuado (GNL). Por lo tanto, se trata de la única opción sostenible factible a día de hoy para este tipo de tráfico, ayudando a optimizar la calidad del aire en los entornos portuarios y contribuyendo al cumplimiento de la normativa medioambiental que se aplicará al transporte marítimo a partir de 2020.

Marie Curie, cuarto «smart ship» de Baleària preparado para operar a gas natural licuado (GNL)

 

En el transporte ferroviario, uno de los más difíciles de electrificar, el gas natural representa igualmente una alternativa sostenible, pues es una tecnología ya madura y testada. Un claro ejemplo de ello es el éxito con el que se desarrolló la primera prueba de tracción ferroviaria de Europa, realizada en Asturias durante 2018.

El transporte por carretera se puede beneficiar también de las ventajas del gas natural. Los vehículos propulsados por gas ofrecen una autonomía de hasta 500 km y son más limpios, económicos y silenciosos que los propulsados por combustibles tradicionales. Su repostaje, similar al de los vehículos de gasolina y gasoil, resulta muy sencillo. A modo de ejemplo, en España ya existen 85 gasineras disponibles y 50 en proyecto.

Además, el uso del gas natural como combustible de vehículos ofrece una ventaja económica adicional, puesto que el coste por kilómetro resulta un 30% menor que el del diésel y un 50% menor que el de la gasolina.

En un horizonte de neutralidad en carbono en 2050, los gases renovables como el biometano y el hidrógeno van a ser un vector energético imprescindible para alcanzar los objetivos de movilidad sostenible. En particular, el hidrógeno verde va a ser la respuesta a sectores cuya solución de descarbonización no está clara, como el transporte pesado, y en los que no es posible la electrificación.