Ciudades contra el cambio climático

24 octubre, 2024

Las ciudades de todo el mundo influyen de manera importante en el cambio climático, y también son quienes más sufren sus efectos. Por eso es muy importante que se conviertan en un elemento clave a la hora de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

A pesar de que solo el 3 % de la superficie total del planeta está ocupada por ciudades, más de la mitad de la población mundial habita en ellas, tal y como afirma el Banco Mundial, se espera que esa cifra aumente hasta casi el 70 % en el año 2050. Además, se calcula que las urbes son responsables de alrededor del 70 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, según señala el informe Empowering Urban Energy Transitions: Smart Cities and Smart Grids, de la Agencia Internacional de Energía (AIE).  

Las urbes son responsables de alrededor del 70 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero

Por ello, es necesario diseñar y desarrollar ciudades en las que se minimice el impacto ambiental y se promueva la mejora de la calidad de vida de sus habitantes. La planificación urbana sostenible debe asentarse en la integración de aspectos como la eficiencia energética y el empleo de energías renovables (como es el caso del hidrógeno verde), la movilidad sostenible, la conservación de espacios verdes y la gestión adecuada de los recursos hídricos.

Un estudio del Banco Mundial llamado “Prosperar: Hacer que las ciudades sean verdes, resilientes e inclusivas en un clima cambiante” analiza, a partir de los datos de más de 10.000 urbes, el papel fundamental que desempeñan a la hora de detener el cambio climático y proteger a las personas de sus efectos más perjudiciales.

Del mismo modo, investiga cómo las ciudades contribuyen al cambio climático, especialmente a través de las emisiones de gases de efecto invernadero, y en qué modo se verán afectadas por el incremento de la frecuencia y la reiteración de fenómenos como las inundaciones, sequías y ciclones.

En el informe queda reflejado que, aunque las ciudades de los países con ingresos más bajos únicamente provocan alrededor del 14 % de todas las emisiones de CO2 urbanas del planeta, serán ellas las que sufran los peligros más graves ocasionados por el cambio climático.

Las ciudades de los países con ingresos más bajos sufrirán los peligros más graves ocasionados por el cambio climático

Además, desde el Banco Mundial se lanza un aviso: la falta de innovación e inversiones para promover ciudades más ecológicas podría producir que las emisiones mundiales de GEI persistan por encima del nivel necesario para limitar el calentamiento global a 1,5 °C, incluso aunque los países con ingresos más altos tengan éxito y alcancen las cero emisiones netas para 2050.

Red C40

El C40 es un grupo formado por 96 grandes ciudades del mundo que han unido sus esfuerzos para reducir las emisiones causantes del calentamiento global a la atmósfera y adaptarse al cambio climático. Entre ellas, más de 15 son europeas como Madrid, Barcelona, Lisboa, París o Roma.

La alianza propone un trabajo conjunto de alcaldes, profesionales del sector privado y la sociedad civil para compartir conocimientos e impulsar acciones importantes, y medibles, con el objetivo de mitigar los efectos del cambio climático.

Sus principales áreas de trabajo son las siguientes:

  • Cambio climático y gestión del agua. Identificar datos del clima y posibles amenazas e impactos en infraestructuras y comunidades, y promover el intercambio de buenas prácticas sobre la gestión del agua.
  • Desarrollo económico. Poner en marcha una economía verde y circular mediante formas de producción amigables con el medioambiente. Además, se busca la creación de hasta 50 millones de empleos verdes para 2030 en todas las megaciudades del mundo para lograr la transición energética.
  • Energía. Mejorar la eficiencia energética de los edificios y el desarrollo de sistemas de energía locales.
  • Gestión de residuos sólidos. Reducir al menos un 15 % los desechos generados per cápita en el 2030 respecto a los del año 2015.
  • Movilidad sostenible. Transformar la movilidad urbana mediante un transporte más limpio y eficiente.
  • Desarrollo urbano y alimentación. Mejorar, en resumen, la planificación del uso del suelo, los kilómetros recorridos por vehículo e impulsar una alimentación sostenible mediante la producción y distribución local de alimentos bajos en carbono.

Se prevé que en el año 2050 haya 2.500 millones más de personas residiendo en núcleos urbanos que en la actualidad. De hecho, únicamente en el África subsahariana se espera que la población urbana crezca en 950 millones y se sitúe en los 1.260 millones de habitantes.

Se prevé que en el año 2050 haya 2.500 millones más de personas residiendo en núcleos urbanos que en la actualidad

Todo ello provocará una mayor presión, por ejemplo, en los recursos de agua, y hará que la protección y restauración de los ecosistemas, como lo bosques, sea todavía más importante.

Uso de hidrógeno verde para industria y movilidad

El informe del Banco Mundial aborda también la necesidad de que las ciudades apuesten por estrategias integradas de planificación urbana ecológica e incluyan inversiones en espacios verdes e infraestructuras sostenibles.

El uso de hidrógeno renovable se erige como una alternativa limpia para reducir las emisiones del transporte pesado, como autobuses y camiones. A diferencia de las baterías eléctricas, el hidrógeno verde ofrece una mayor autonomía y tiempos de recarga más rápidos.

El Pacto Verde Europeo contempla una reducción del 90 % de las emisiones de CO2 procedentes del transporte para 2050. Se avanza así en hacer de Europa una economía climáticamente neutra y, además, se persigue el objetivo de contaminación cero.

El Pacto Verde Europeo contempla una reducción del 90 % de las emisiones de CO2 procedentes del transporte para 2050

Para ello, las moléculas renovables, y especialmente el hidrógeno, van a ser imprescindibles. Así lo pone de manifiesto REPowerEU, que contempla que en 2030 el 25 % del consumo de hidrógeno renovable en Europa será para el transporte.

También, la Directiva RED III, de fomento del uso de energía renovable, establece que en 2030 el 1% de los combustibles de automoción tendrán que ser renovables de origen no biológico, fundamentalmente hidrógeno y derivados.

Asimismo, las industrias urbanas que demandan grandes cantidades de energía, como la química o la metalúrgica, están comenzando a apostar por el hidrógeno como fuente de energía alternativa con el objetivo de reducir su huella de carbono.