La aviación, además de un sector de gran importancia para la economía mundial, es un medio de transporte que se ha popularizado con la proliferación de aerolíneas de bajo coste y con el incremento de los viajes de ocio. Aunque se han tomado medidas para reducir su impacto medioambiental, la contaminación que genera ha ido en aumento año tras año —con la excepción de 2020, cuando el sector se paralizó a consecuencia de la pandemia—.
El transporte aéreo es una actividad que libera grandes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera y se sitúa, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, como el tercer modo de transporte más contaminante con un 3,8 % de las emisiones totales de la UE tras el transporte terrestre (20,5 %) y el transporte marítimo (4 %).
A modo de ejemplo, solo los vuelos comerciales emitieron, según la Organización de Aviación Civil Internacional, en torno a 900 millones de toneladas de CO2 en 2019. Por ello, los principales actores del sector están inmersos en un proceso para descarbonizar una actividad que posiblemente siga en auge en todo el mundo.
La industria de la aviación ha emprendido un camino sin retorno hacia la sostenibilidad por la vía de la eficiencia y la reducción de emisiones.
En los últimos tiempos se han realizado importantes avances en la tecnología de los motores de las aeronaves, en la gestión del tráfico aéreo y en el uso de combustibles sostenibles. Todos ellos son aspectos necesarios para cumplir objetivos como el de la Unión Europea, que plantea que el 63 % del combustible para aviación sea sostenible en 2050, o el de la IATA, que fija reducir las emisiones del sector un 50 % en 2050.
La industria de la aviación ha emprendido un camino sin retorno hacia la sostenibilidad por la vía de la eficiencia y la reducción de emisiones
Existen diversos tipos de combustibles considerados sostenibles para el transporte aéreo como el Biojet, un biocombustible que se produce a partir de residuos biológicos, o el e-Jet, combustible sintético generado a partir de CO2 retirado de la atmósfera y de la industria junto con hidrógeno renovable.
Aunque se vaya avanzando en los objetivos de reducción de emisiones con estas propuestas, también resulta imprescindible desarrollar otras alternativas en el medio y largo plazo. Y aquí es donde el hidrógeno renovable se sitúa como una de las principales apuestas por dos motivos principalmente:
El empleo de hidrógeno requerirá la transformación de los aeropuertos, que deben introducir importantes cambios para almacenar y repostar el combustible. También, para que llegue a los aeropuertos, será necesario el desarrollo de la economía del hidrógeno.
El hidrógeno ya constituye una esperanza real para la progresiva descarbonización del transporte aéreo. De hecho, tenemos algunos ejemplos que lo prueban:
El hidrógeno renovable constituye una esperanza real para la descarbonización del transporte aéreo
Parece claro que los combustibles alternativos sustituirán a los hidrocarburos en el transporte aéreo, pero todavía no hay una fecha para ello. Lo que es evidente es que se avanza a gran velocidad para desarrollar tecnologías e infraestructuras que permitan la introducción de alternativas fiables y sostenibles como el hidrógeno.