El futuro de la movilidad será, inevitablemente, sostenible. Para ello ya se están dando importantes pasos gracias a la innovación tecnológica, al impulso de las energías renovables y al cambio de mentalidad de los consumidores. Y es que, en el caso de España, el transporte supone el 25 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero.
Según Eurostat, la Unión Europea ha cumplido el objetivo de alimentar el 10 % del transporte con energías renovables fijado para el año 2020. Este objetivo, incluido en una Directiva de 2009 para la promoción de las energías renovables, ha sido superado con creces por algunos países como Suecia, que emplea fuentes como electricidad verde, biocombustibles líquidos o biometano en más del 30 % del transporte.
Apostar por la diversificación de tecnologías para promover una movilidad sostenible es una gran opción: ofrece menor riesgo, menor dependencia y mayores posibilidades de éxito. Impulsar la innovación en distintas energías también nos puede llevar a nuevas cotas de eficiencia y excelencia, así como fomentar nuevos sectores o actividades.
Apostar por la diversificación de tecnologías para promover una movilidad sostenible es una gran opción
Así, en los últimos años se han venido haciendo importantes esfuerzos para “cambiar el chip” desde la óptica de la neutralidad tecnológica. Es decir, teniendo en cuenta el objetivo de impulsar la movilidad sostenible, se deja libertad a los actores implicados para elegir la tecnología más adecuada.
El hidrógeno verde, producido con fuentes de energía renovables y limpias, va a desempeñar un papel importante en el gran salto tecnológico en energía que ya se está produciendo. Su utilización en vehículos ligeros será viable en un futuro cercano y el siguiente paso será utilizarlo en trayectos largos y en medios de transporte pesados.
La utilización de hidrógeno en vehículos ofrece tres beneficios principales: es muy versátil, ofrece una autonomía considerable y las pilas de hidrógeno son bastante ligeras. Esto posibilita que esta tecnología sea factible para descarbonizar también el sector del transporte pesado. Además de ofrecer autonomías similares a la gasolina y tiempos de carga muy reducidos, el empleo de hidrógeno deja vía libre para llenar todo el espacio disponible para transportar las mercancías; algo imposible con baterías eléctricas, que pesarían la mitad del total que puede transportar un camión.
El hidrógeno es también la mejor alternativa para descarbonizar el sector de la aviación y el del transporte marítimo. Aunque existen retos por superar, gracias al avance de la investigación y el desarrollo, en pocos años podremos ver cómo se populariza el uso de hidrógeno en estos sectores.
La electrificación avanza rápidamente y es crucial, pero no puede cargar con todo el peso de la descarbonización del transporte. Por ello, el impulso de alternativas como los gases renovables es tan importante.
El impulso de alternativas como los gases renovables es muy importante
El biometano, obtenido habitualmente a partir de biogás, permite alimentar vehículos que deben transportar grandes cargas y recorrer muchos kilómetros. Así, es una opción real para el sector del transporte por carretera. De hecho, su mezcla con otros gases es ya habitual en Europa: representa el 18 % del gas empleado por los transportistas profesionales, llegando a porcentajes del 95 % en Suecia o del 90 % en Países Bajos.
Si hablamos de la movilidad marítima, hay un combustible que juega un papel muy importante, ya que a día de hoy es la única alternativa real y sostenible para avanzar en la descarbonización del transporte marítimo.
Este es el GNL o gas natural licuado, que emite alrededor de un 25 % menos de CO2 respecto a los combustibles tradicionales y mejora la calidad del aire en los entornos portuarios, al eliminar el 100 % de las emisiones contaminantes.
Gracias a su utilización, solamente en España se evitan las emisiones directas de unas 34.000 toneladas de CO2 al año, ─equivalentes a las emisiones de 61.818 coches al año─ y de 1.865 toneladas de óxidos de azufre.
Los combustibles sintéticos derivados de fuentes renovables no liberan CO2 y se pueden emplear en cualquier vehículo que circula por nuestras calles a día de hoy. Además, los usuarios pueden repostar en instalaciones ya existentes. Estas dos ventajas, producir cero emisiones netas y no requerir el desarrollo de nueva tecnología, los convierte en un aliado de excepción para avanzar hacia una movilidad sostenible mientras se extienden otras tecnologías como el hidrógeno.
Los biocombustibles obtenidos a partir de biomasa son también otra alternativa interesante en sectores del transporte que resulta difícil descarbonizar. Por ejemplo, el transporte pesado, la aviación o el transporte marítimo. En este sentido, compañías aéreas como Iberia ya están realizando vuelos de largo recorrido con biocombustibles. Primeros pasos que permiten ir avanzando en la sostenibilidad del transporte.