El desarrollo de este vector le permitirá aumentar su seguridad y resiliencia energética, así como el valor económico y medioambiental de su mix energético.
Tras la retirada del apoyo de EE.UU. al Acuerdo Climático de París por parte de la anterior Administración, el actual presidente Joe Biden pretende superar ese paréntesis en la lucha contra el cambio climático. Para ello quiere aprovechar sus ventajas como principal economía del mundo: liderazgo tecnológico, alta capacidad de inversión, uno de los principales parques de vehículos eléctricos del mundo, una amplia red de infraestructuras, etc. y situarse a la vanguardia en el uso de energías climáticamente neutras.
Sin embargo, este camino no está exento de retos. Uno de los principales es la estacionalidad de la producción de energía renovable y las condiciones climáticas variables. Por este motivo, el Gobierno de EE.UU. ha puesto el foco en el hidrógeno verde. Una tecnología que puede resolver el rompecabezas del almacenamiento de las energías renovables para emplearlas cuando sea necesario. De esta forma, el hidrógeno renovable se ha convertido en una de las grandes bazas de Estados Unidos para alcanzar las cero emisiones de CO2 en 2050.
El hidrógeno renovable se ha convertido en una de las grandes bazas de Estados Unidos para alcanzar las cero emisiones de CO2 en 2050
El país ya ha dado algunos pasos en la producción de hidrógeno, si bien hasta ahora se ha centrado en su extracción a partir de combustibles fósiles. Esta tendencia parece estar cambiando, con el claro liderazgo del estado de California, donde existe una floreciente industria del hidrógeno verde.
El Gobierno estadounidense anunció en febrero un plan de fomento del hidrógeno verde, al que destinará 9.500 millones de dólares. La inversión se centrará, entre otros, principalmente en la creación de plantas regionales de hidrógeno verde y en tecnología de electrólisis. Todo, con un claro objetivo: la reducción de emisiones de efecto invernadero.
Esta medida se suma a otras que van en la misma dirección y que, de forma colateral, podrían impulsar el empleo de hidrógeno verde en la industria.
Por ejemplo, la creación del Buy Clean Task Force (grupo de trabajo para compras limpias), destinado a verificar que las compras de la Administración garanticen la reducción de las emisiones y la contaminación. Esta medida, que utiliza el poder de compra para impulsar negocios de bajas emisiones, puede generar un gran impacto, ya que el Gobierno de Estados Unidos es el mayor comprador del mundo (con instituciones que cuentan con altísimos presupuestos como la NASA, la CIA, el FBI o la Biblioteca del Congreso, entre muchas otras).
El plan del hidrógeno de 2020, elaborado por el Departamento de Energía de Estados Unidos en colaboración con otras agencias como la Energy Efficiency and Renewable Energy Office, ya pretendía en ese momento desarrollar un marco estratégico para la I+D+i del hidrógeno que potenciara la integración de los recursos energéticos del país por la vía de la reducción de costes y el aumento de oferta y demanda. Pero, tal y como se expresaba en el comunicado para los grupos de interés dentro del plan del hidrógeno de Estados Unidos, el verdadero potencial de la tecnología depende de una investigación y desarrollo continuos para ofrecer demostraciones y alcanzar un despliegue en el sector privado a gran escala.
Ahora, el paquete de inversiones anunciado por Biden viene a apoyar esta visión.
En una región tan extensa como EE.UU., se dan multitud de situaciones. Hay Estados que sufren la estacionalidad de su producción energética. Otros, tienen Administraciones convencidas de descarbonizar su red, y hay algunos que afrontan una creciente demanda de gas o tienen problemas climatológicos que condicionan su producción eléctrica. En todos ellos, el hidrógeno verde ofrece una respuesta.
El Departamento de Energía de EE.UU apuesta por la mayor variedad de fuentes energéticas posible a nivel doméstico
El liderazgo del Gobierno federal es absolutamente necesario, ya que marcará una directriz a seguir; pero serán los distintos estados quienes establecerán sus políticas y sus propias hojas de ruta.
Las subvenciones garantizan la rentabilidad de la tecnología ahora, pero estas no pueden mantenerse por tiempo ilimitado. Lo que sí pueden conseguir es incrementar el interés en el hidrógeno verde, fomentar la investigación y el desarrollo tecnológico o su adopción en los sectores con menor coste de entrada, entre otras cuestiones relevantes.
En un futuro que se prevé cambiante, el Departamento de Energía de EE.UU apuesta por la mayor variedad de fuentes energéticas posible a nivel doméstico, una menor dependencia del exterior, nuevas oportunidades para las exportaciones y prepara al país para un escenario en el que la flexibilidad va a ser clave. Concretamente en el hidrógeno, Estados Unidos tiene puestas muchas esperanzas para aumentar su seguridad y resiliencia energética, así como para incrementar el valor económico y medioambiental de su mix energético.