Satisfacer las necesidades de las sociedades actuales sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad. Hay muchas formas de perseguir este objetivo, y muchas de ellas, las de mayor impacto por sí mismas, requieren inversión.
Aquí es donde entra en juego la inversión socialmente responsable, aquella que no solo tiene en cuenta aspectos financieros.
Conocida también como inversión sostenible, es un enfoque de inversión que tiene en cuenta los aspectos financieros y los beneficios económicos sin dejar de lado cuestiones como el impacto ambiental y social, así como la ética.
Los inversores enfocados a este modelo buscan invertir en empresas y proyectos que tienen prácticas sostenibles y responsables.
El origen de este tipo de inversión surgió durante la Guerra de Vietnam, cuando las revueltas estudiantiles en contra del conflicto comenzaron a presionar a sus propias universidades para tomar partido, tratando de hacer que dejaran de invertir o colaborar con empresas armamentísticas.
A partir de ahí creció la popularidad de esta concepción de las finanzas con un trasfondo ético y sostenible, haciendo que algunas empresas comenzaran a buscar un beneficio global, y no solo económico, para todas las partes implicadas en su negocio o cadena valor.
A finales del siglo XX se comenzó a hablar de los criterios ESG para identificar los parámetros utilizados para considerar a una inversión como socialmente responsable. Fue en los años 70 cuando surgieron los primeros fondos de inversión sostenible y, en la actualidad, tienen un gran reconocimiento dada la creciente importancia de cuestiones como el cambio climático o la diversidad, entre otros.
La inversión sostenible tiene en cuenta los aspectos financieros sin dejar de lado cuestiones como el impacto ambiental y social
En los últimos años ha crecido la utilización de criterios ESG para realizar inversiones socialmente responsables. El término “ESG” hace referencia a las tres siglas en inglés de los conceptos:
Por tanto, una empresa que quiera considerarse como socialmente responsable o que quiera ejecutar este tipo de inversiones, debe tener en cuenta la búsqueda del desarrollo sostenible identificando los siguientes aspectos, que están siendo regulados en la Taxonomía europea de finanzas sostenibles:
1. Datos económicos – financieros y de rentabilidad
2. Buenas prácticas en gobierno corporativo
3. Impacto positivo en las personas, comunidades y entorno social
4. Respeto y protección del medioambiente
El sector de la energía es un ejemplo de la creciente importancia de la inversión sostenible. Se trata de un sector con gran responsabilidad en la protección del medioambiente; pero también en la satisfacción de las necesidades básicas de la sociedad. Además, su peso en la economía global es muy notable.
Estas condiciones convierten a las empresas de producción y distribución de energía en actores relevantes de las inversiones socialmente responsables por algunos motivos:
La inversión socialmente responsable contribuirá a la reducción de emisiones de efecto invernadero y a mitigar el cambio climático
La inversión socialmente responsable va a ser muy relevante en los próximos años, especialmente en el mundo de la energía. Contribuirá a la reducción de emisiones de efecto invernadero y a mitigar el cambio climático, pero también permitirá una mayor diversificación de la matriz energética, reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles. Todo esto, en consecuencia, tendrá un impacto en la mejora de la calidad de vida de las personas.