El sector del transporte terrestre es uno de los grandes consumidores de energía. A día de hoy existen alternativas a los combustibles fósiles pero los productos petrolíferos siguen siendo predominantes, tanto para los vehículos ligeros como para el transporte pesado.
Y esta tendencia ha de cambiar. Por un lado, para hacerse más sostenible y reducir el impacto de los cambios de precio de las materias primas; y por otro, para aportar soluciones con el objetivo común de suavizar el cambio climático, es decir, mantener el ascenso de las temperaturas por debajo de los 2ºC.
Existen diversas medidas para descarbonizar un sector tan importante para la economía y la sociedad como, por ejemplo:
Si bien la estrategia más efectiva pasa por impulsar distintas medidas como las anteriores, sin lugar a duda, una de las más prometedoras es el impulso del hidrógeno renovable –junto con otros gases verdes como el biogás/biometano- para mover todo tipo de vehículos.
El sector del transporte terrestre debe aportar soluciones con el objetivo de suavizar el cambio climático
Cada vez es más habitual la presencia de coches eléctricos en las calles, vehículos híbridos, eficientes o, incluso, nuevas modalidades de movilidad como los vehículos compartidos.
La combinación de estas medidas puede tener un gran impacto, y aunque se están popularizando en el transporte ligero y podemos vislumbrar un futuro de emisiones cero con ellas, el transporte pesado tiene unas características que lo hacen más difícil de descarbonizar.
Entre ellas se encuentra que necesita recorrer grandes distancias para efectuar su trabajo. Y en esas condiciones, con un espacio de almacenamiento y carga limitado, el hidrógeno verde es una alternativa sostenible.
El hidrógeno —en muchos casos todavía no 100 % renovable— se utiliza ya en coches ligeros y autobuses aunque su verdadero potencial principal se sitúa en la media y la larga distancia. Para los trayectos más cortos y sin carga, la opción sostenible más extendida es la electricidad renovable; pero el vehículo eléctrico no es una alternativa que pueda extenderse ampliamente en el plano “profesional” por su menor autonomía y capacidad de carga.
La mejor solución disponible a día de hoy para los vehículos pesados que cubren rutas de larga distancia es el GNL pero con vistas a un futuro descarbonizado el sector deberá ir adoptando el uso del hidrógeno renovable para limitar sus emisiones.
La mejor solución disponible a día de hoy para los vehículos pesados que cubren rutas de larga distancia es el GNL
En España también se están dando pasos para impulsar el tren movido por pila de hidrógeno renovable. En mayo de 2022, la compañía Talgo comenzó las pruebas dinámicas del primer tren dual hidrógeno-eléctrico de España. El hidrógeno se presenta así como una solución para sustituir la tracción diésel y descarbonizar las líneas ferroviarias que no están electrificadas.
El principal beneficio del uso de hidrógeno para el transporte terrestre es claro: lo único que emite es vapor de agua, es decir, durante su funcionamiento no contamina. Si a eso le añadimos que el hidrógeno empleado es renovable, también aseguramos que su producción tampoco genera emisiones al venir de energías renovables.
También tiene otros beneficios que lo sitúan como una opción real y una alternativa a los vehículos eléctricos, como una mayor autonomía media y un menor tiempo de carga (similar a lo que se tarda en una gasolinera tradicional).
Pero estas ventajas no hacen que el hidrógeno para transporte terrestre sea perfecto. Su coste actual impide un despliegue a gran escala y, aunque hay alternativas para superar este condicionante (fortalecimiento del mercado, desarrollo tecnológico, etc.), hoy por hoy su uso es reducido.
En 2020 se vendieron 1.000 vehículos de hidrógeno en toda Europa y actualmente, en España, solo se comercializan dos modelos de vehículo de hidrógeno.
Para que esto cambie, es necesario el despliegue de una infraestructura que, a día de hoy, es uno de los mayores hándicaps. Entre ellas, la disponibilidad de estaciones de servicio para repostar y una red de transporte que permita el abastecimiento. Todo ello se debe priorizar si queremos acelerar el cambio.
El mayor hándicap es el despliegue necesario de una infraestructura para que esto cambie
Pero también hay que poner el foco en la producción de hidrógeno renovable para abastecer a este gran sector, algo en lo que ya se está trabajando a nivel europeo con los valles de hidrógeno y los corredores de hidrógeno.
Ambas medidas mejorarán la producción, el almacenamiento y el transporte de hidrógeno, y tendrán también, un impacto positivo en los precios a medida que se alcanzan economías de escala, se desarrolla la tecnología y se construye un mercado más amplio.
Tenemos buenos ejemplos a seguir para potenciar la movilidad con hidrógeno como la ciudad de Copenhague (Dinamarca), que ha adquirido 100 vehículos impulsados por hidrógeno verde para transformar el sector del taxi en la ciudad. O Japón, que cuenta con el mayor número de hidrogeneras en el mundo y está apostando decididamente por el vehículo de hidrógeno.
En España se espera contar con 100 hidrogeneras en 2030, según la Hoja de Ruta del Hidrógeno
En España se espera contar con 100 hidrogeneras en 2030, según la Hoja de Ruta del Hidrógeno. Desde que se inauguró la primera en 2021 en Madrid, de la mano de Enagás (a través de la startup Scale Gas y en colaboración con otras organizaciones), la cifra ha aumentado hasta las seis actuales: además de Madrid, ya hay estaciones de repostaje de hidrógeno en Sevilla, Zaragoza, Huesca, Albacete y Puertollano.
El uso de hidrógeno renovable para la movilidad terrestre es una esperanza para la descarbonización del sector. A mayor carga y distancia, es una de las posibilidades más prometedoras en un futuro neutro en carbono.