Cuando alguien enciende la calefacción o abre el grifo del agua caliente seguramente no sabe de dónde proviene el gas natural que está utilizando. Tampoco, cuál es el proceso que ha tenido o el recorrido que ha hecho para convertirse en una fuente de energía segura y eficiente. En este artículo te contaremos todo lo que necesitas saber sobre el viaje del gas desde su origen hasta su destino final.
El gas natural es el resultado de la descomposición del material orgánico que durante millones de años ha estado atrapado en yacimientos. Cuando son descubiertos –onshore si es bajo tierra firme y offshore si es bajo el mar-, las compañías proceden a su extracción. Es a partir de ese momento cuando el gas inicia el camino para cubrir la demanda de la industria y los hogares.
En el caso de España, que importa casi la totalidad del gas natural que consume, este llega desde diversos orígenes, algunos de ellos a miles de kilómetros de distancia. Las dos principales formas de aprovisionamiento son a través de las conexiones por gasoductos como el que une Argelia con Almería o a través de la llegada de buques metaneros que descargan gas natural licuado (GNL) procedente de países como Estados Unidos, Nigeria o Catar, por nombrar algunos, en puertos como el de Sagunto (Valencia) o Huelva (Andalucía).
Las dos principales formas de aprovisionamiento de gas son las conexiones por gasoductos o los buques metaneros
Gracias a toda esa diversificación, el sistema gasista español no solo cubre la demanda nacional, sino que, también, exporta gas hacia otros países, contribuyendo a garantizar el suministro energético. Y para lograrlo, la infraestructura es uno de los aspectos clave.
Las tuberías de los gasoductos están fabricadas, principalmente, de acero y carbono. Poseen características como elasticidad, resistencia a la corrosión y tolerancia a altas presiones durante el trayecto, ya sea que estén bajo tierra o sobre el lecho marino.
Por su parte, los buques metaneros son una opción de transporte muy utilizada para cubrir grandes distancias entre geografías que no se pueden conectar por gasoductos. Con esta alternativa, en las plantas de licuefacción el gas se somete a bajas temperaturas (-160 ºC) para convertirlo en líquido y que ocupe menos volumen. De esta forma se puede transportar mayor cantidad que si estuviera en estado gaseoso. Es por eso que a este tipo de gas se le conoce como gas natural licuado (GNL).
Una vez el buque metanero ha llegado a su destino, descarga el GNL en una planta de regasificación. Allí se lleva a cabo un proceso de vaporización con agua de mar, por el que se aumenta la temperatura para recuperar el estado gaseoso. En este punto hay tres opciones: inyectar el gas en la red de gasoductos para transportarlo a su destino final, cargarlo en camiones cisterna para enviarlo a las zonas que no están conectadas con los gasoductos o dejarlo almacenado en la planta de regasificación para suministrarlo posteriormente según la demanda existente.
Una vez el gas natural ha llegado a territorio español, ya sea a través de gasoductos o de buques metaneros, Enagás es la empresa que se ocupa de descargarlo, almacenarlo y transportarlo hacia su destino final. Para ello, cuenta con una amplia red de infraestructuras que incluye más de 12 mil kilómetros de gasoductos de alta presión, tres almacenamientos subterráneos (en Huesca, Guadalajara y la costa de Bizkaia), seis plantas de GNL y cerca de 20 estaciones de compresión, entre otras instalaciones que garantizan la continuidad del suministro, así como la propia seguridad del gas y las infraestructuras.
El CPC gestiona la operación y supervisión de las instalaciones de transporte del sistema gasista español, las 24 horas del día, los 365 días del año
Sin duda, la capacidad para coordinar toda esta estructura es uno de los aspectos que más cuidado requiere. Es aquí donde entra en escena el Gestor Técnico del Sistema (GTS) a través de su Centro Principal de Control (CPC). Este lugar es el cerebro que controla y gestiona, en tiempo real, la operación y supervisión de las instalaciones de transporte del sistema gasista español, las 24 horas del día, los 365 días del año.
Desde el CPC se dan las instrucciones necesarias para el correcto funcionamiento de cada infraestructura, garantizando el suministro de gas en las condiciones adecuadas. Cada almacenamiento o conexión es monitorizado allí, por lo que el sistema gasista español funciona de forma sincronizada como un único conjunto.
Al ser el energético un sector estratégico para la sociedad, el CPC cuenta, además de medidas de seguridad físicas e informáticas, con otros dos centros de respaldo dotados con las mismas características para ser utilizados en caso de que el principal sufra cualquier tipo de incidencia.
Todo este trabajo coordinado que involucra a personas, tecnología y procesos permite un suministro continuo y seguro del gas natural. Un viaje que garantiza que todo aquel que lo necesite pueda encender la calefacción o abrir el grifo del agua caliente allí donde esté.