Europa genera una gran cantidad de residuos de múltiples procedencias, lo que supone un problema medioambiental de primera magnitud. La disparidad de productos residuales hace complejo el abordaje de esta cuestión, por lo que es importante afrontarla desde distintas ópticas.
Afortunadamente, existen mecanismos para reducir el impacto negativo de los residuos en el medio ambiente; y, de hecho, se están dando pasos importantes para mitigarlo. Las 3R (reducción, reutilización y reciclaje), el fomento de materiales sostenibles, la promoción de la economía circular y la valorización energética son solo algunos ejemplos de ello.
Desde el sector de la energía, donde existe una amplia concienciación acerca de este tema, también se están tomando medidas. Y el biogás es una de las grandes esperanzas para revertir la situación.
Los residuos también suponen una oportunidad, al representar un recurso valioso. La forma de valorización más destacada es el biogás, que se obtiene, principalmente, de residuos agropecuarios (agricultura y ganadería), industria agroalimentaria, residuos sólidos urbanos (RSU) o aguas residuales (lodos EDAR).
El biogás se genera a partir de la degradación anaerobia (en ausencia de oxígeno) de materia orgánica por la acción de microorganismos, dando como resultado un gas que tiene metano y dióxido de carbono como componentes principales. El biogás puede aprovecharse para producir energía eléctrica y/o térmica. Además, mediante la eliminación del CO2 tras un proceso de depuración, denominado upgrading, se obtiene biometano, que puede inyectarse en la red existente de gas natural o emplearse como combustible para vehículos.
El aprovechamiento energético de residuos mediante la producción de biogás tiene un efecto positivo en distintos ámbitos:
El aprovechamiento energético de residuos mediante la producción de biogás tiene un efecto positivo en distintos ámbitos
En el caso del biogás de origen agropecuario (producido a partir de estiércoles y purines, desechos de cosechas, etc.), el proceso da como resultado, también, un fertilizante de alta calidad. Es decir, además de la energía generada que puede emplearse para autoconsumo o inyección en la red, los sustratos procesados (digestato) son idóneos para la agricultura, al ser ricos en nutrientes.
El biogás es un recurso energético muy valorado en la Unión Europea. Con unos ambiciosos objetivos en materia climática y la creciente preocupación por la dependencia del gas ruso; la Comisión Europea quiere cubrir entre el 30 % y el 50 % de la demanda de gas en la Europa de 2050 con biometano.
El Pacto Verde Europeo, de hecho, incluye el biogás y el biometano entre las tecnologías a desarrollar, por su contribución a la descarbonización, al desarrollo de la economía circular y a la integración de sistemas energéticos.
El Pacto Verde Europeo incluye el biogás y el biometano entre las tecnologías a desarrollar
El viejo continente produce la mitad del biogás y biometano del mundo, con casi 20.000 plantas. Las grandes referencias europeas son Alemania y Dinamarca que, a diferencia del resto de países donde su utilización es más local, tienen amplia experiencia en producción a gran escala e inyección de biogás en la red de gas natural.
Pero Europa no solo piensa en el biogás como mecanismo para alcanzar sus objetivos de sostenibilidad; también es una oportunidad para el desarrollo del sector agrícola y ganadero. La Política Agraria Común, uno de los elementos institucionales esenciales de la Unión Europea, prioriza criterios ambientales y buenas condiciones de la tierra para reducir emisiones, mejorar la producción y garantizar la viabilidad económica del sector. En este sentido, el fomento de plantas de biogás puede jugar un papel destacado para reducir emisiones de metano y favorecer una cooperación local que maximice el valor añadido de las explotaciones agropecuarias.
En España hay más de un centenar de instalaciones de biogás, principalmente en vertederos, depuradoras y explotaciones agroindustriales, por este orden; aunque también existen algunas plantas en industrias (papel, química, alimentación, etc.). Además, España cuenta con cinco plantas en operación de producción de biometano procedente de la depuración del biogás conectadas a la red gasista, como Valdemingómez, en Madrid, resultante de una iniciativa pública, o UNUE, en Burgos, de una iniciativa privada.
Aunque en España su potencial todavía no está siendo muy aprovechado, las perspectivas de futuro para el biogás en España parecen favorables.
El Gobierno está convencido de poder aprovechar todo este potencial y, en este sentido, el Consejo de Ministros aprobó el pasado mes de marzo la Hoja de Ruta del Biogás en España, con 45 medidas para aumentar la producción casi cuatro veces en el año 2030. Estas medidas inciden sobre cinco áreas estratégicas:
Para abordar el problema de los residuos, hay que empezar por evitarlos en la medida de lo posible. Pero dado que su generación es inevitable, debemos apostar por reducir su impacto ambiental al mismo tiempo que aprovechamos las ventajas que puede suponer.
El biogás es uno de nuestros principales aliados: permite obtener una energía renovable local y almacenable, logra reducir la dependencia energética, la extracción de materias primas y la contaminación y potenciar la economía circular.