El 30 de septiembre de 2021 pasará a la historia de Colombia por la puesta en marcha de uno de los pilares para la transición energética que pretende liderar el país: la Hoja de Ruta del Hidrógeno.
Con esta hoja de ruta, el Gobierno de Colombia quiere alcanzar la huella de carbono cero en 2050, y reducir un 51 % sus emisiones de CO2 en 2030. Ambos, objetivos ambiciosos con los que el país pretende ser un referente en el desarrollo de energías sostenibles e impulsar sectores estratégicos como la industria, el transporte y la agricultura.
La Hoja de Ruta del Hidrógeno en Colombia tiene la finalidad de desarrollar proyectos pilotos de hidrógeno azul a la mayor brevedad y de hidrógeno verde este mismo año 2022. De hecho, la petrolera estatal Ecopetrol, pretende tener operativo un sistema de producción de hidrógeno por electrólisis de 50 kW durante la primera mitad del año en su Refinería de Cartagena.
Colombia tiene grandes intereses en la preservación del entorno a nivel cultural, económico, turístico y social. Es también un país cuya producción de energía proviene mayoritariamente de fuentes renovables, y que ha dado un espectacular impulso a la capacidad de generación renovable en los últimos años. Asimismo, el país cuenta con una robusta legislación para luchar contra el Cambio Climático.
Es también un país cuya producción de energía proviene mayoritariamente de fuentes renovables, y que ha dado un espectacular impulso a la capacidad de generación renovable en los últimos años
El hidrógeno renovable también tiene un importante papel en la descarbonización de sectores estratégicos como el transporte pesado, el transporte marítimo o procesos industriales complejos. Y ese atributo puede ser una clara ventaja competitiva para el país dentro de un entorno global marcado por la emergencia climática.
Colombia, además de ser un país con abundantes recursos naturales, cuenta con una posición geográfica privilegiada con acceso a dos océanos y cercanía al paso del Canal de Panamá. Cuestiones relevantes para posicionarse como exportador de referencia para Estados Unidos, los mercados europeos y los asiáticos.
Por otro lado, el hidrógeno puede suponer un acicate para transformar la economía colombiana y solucionar algunos de los problemas estructurales más destacados del país. Por ejemplo, la desigualdad: se calcula que la cadena de valor del hidrógeno podrá impulsar la economía en unos 5.500 millones de dólares y crear cerca de 15.000 empleos de calidad en diez años gracias al desarrollo de capacidades industriales innovadoras, al conocimiento tecnológico y la movilización de inversiones.
El documento estratégico, dado a conocer a finales del año pasado, establece las bases para el despliegue del hidrógeno con un marco regulatorio seguro y confiable para producir 3 GW de electrólisis de hidrógeno verde y producir 50 unidades de energía de hidrógeno azul al año. De este modo, se pretenden reducir las emisiones entre 2,5 y 3 millones de toneladas de CO2 en el periodo 2020-2030.
La economía del hidrógeno debe poner a las comunidades en el centro para mejorar sus condiciones y satisfacer sus necesidades
La Hoja de Ruta del Hidrógeno se estructura en cinco pilares para un desarrollo sostenible a todos los niveles, con la colaboración de organismos públicos y privados:
El hidrógeno verde es una pieza clave para lograr la neutralidad de carbono, ya que permite la creación de una economía sostenible y una mejor gestión del sistema energético y el transporte y el almacenamiento de energía.
El desarrollo de la cadena de valor del hidrógeno hace posible la transición a una economía de bajas emisiones basada en la exportación, la cual es posible alcanzar por la vía de la cooperación con las grandes economías del mundo.
El hidrógeno de bajas emisiones es una oportunidad para mantener el empleo en sectores afectados por la descarbonización, crear nuevo tejido industrial, reforzar zonas mineras o petroleras y desarrollar regiones poco cohesionadas.
El Gobierno colombiano asume el compromiso de hacer de este sector un motor de desarrollo económico, social y medioambiental. Para ello, está dando los primeros pasos para la creación de una industria del hidrógeno a nivel global, establecer un marco regulatorio, ofrecer incentivos y promover proyectos piloto.
La economía del hidrógeno debe poner a las comunidades en el centro para, en función de su capacidad y aspiraciones, mejorar sus condiciones y satisfacer sus necesidades. La capacitación, la socialización de los beneficios, el diálogo con las comunidades y la protección de los recursos naturales van a jugar un papel crucial.
Sobre esta base y según la misma hoja de ruta, se impulsará el hidrógeno de bajas emisiones centrándose en las aplicaciones más competitivas para desarrollar el mercado hasta 2030. A partir de ahí, se espera un aumento de la demanda tanto de forma interna como a nivel internacional, para así comenzar a exportar a otras geografías y desarrollar la tecnología para aplicarla a otros sectores menos maduros antes del horizonte de 2050.