El acuerdo alcanzado en la cumbre del clima de la ONU recoge una serie de medidas que mantienen vivo el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados en 2100 con respecto a los niveles preindustriales y reducir las emisiones de metano un 30% para 2030.
La Cumbre Anual sobre el Cambio Climático de la ONU (COP26) ha demostrado el largo camino que queda por recorrer para reducir las emisiones contaminantes y frenar el calentamiento global. Porque esa es la gran meta: que no siga subiendo de manera acusada la temperatura media. Y, para ello, es necesario que los países potencien sus acciones en favor de la sostenibilidad.
La COP26 de este año tenía dos objetivos principales: uno, que los países se tomaran más en serio y fueran más agresivos a la hora de reducir las emisiones, y dos, que los países más ricos destinen más dinero a un fondo que ayudará a los países más pobres tanto a mitigar las emisiones como a adaptarse a un clima que empeora rápidamente.
De estas cuestiones para la salud del planeta se ha debatido durante las dos semanas que ha durado la COP26 celebrada en Glasgow. Con la participación de más de 200 naciones se ha llegado a un acuerdo general, con diversos compromisos, para afrontar este desafío climático.
El metano es el responsable en una cuarta parte de las emisiones que causan la subida global de las temperaturas, por ello, se propone reducirlo un 30% en 2030
El documento acordado apremia a los países a adoptar medidas más severas que realmente sean efectivas para mitigar el calentamiento de la Tierra y que se noten a corto-medio plazo. Todo ello, para cumplir con el Acuerdo de París (2015) de limitar a 1,5 grados el incremento de la temperatura global en 2100.
De igual forma, el metano ha sido protagonista en la cumbre de Glasgow, un hecho relevante, dado que se estima que es el responsable en una cuarta parte de las emisiones que causan la subida global de las temperaturas. En este caso, el convenio firmado habla de reducirlo un 30 % en 2030.
Las acciones que se impulsen han de tener consecuencias de manera inmediata. De lo contrario el objetivo será inalcanzable. Según el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático de las Naciones Unidas, ya estamos 1,1 grados por encima de la temperatura media de finales del siglo XIX y, de seguir la progresión, serán 1,5 grados en 2040 y 2 grados en 2060.
El texto de la COP26 es elocuente en este sentido. Y los próximos años son decisivos. Se requiere de «reducciones rápidas, profundas y sostenidas de emisiones de gases de efecto invernadero” y pone el acento en el caso del dióxido de carbono. Las emisiones han de bajar un 45 % en 2030 respecto a las registradas en 2010.
Las emisiones han de bajar un 45 % en 2030 respecto a las registradas en 2010
Mención especial en este sentido para China y Estados Unidos, que son los responsables de cerca del 40 % del total de emisiones contaminantes, y que, por tanto, juegan un papel fundamental. En una declaración conjunta se comprometieron a cooperar durante esta década en temas climáticos que afectan a las emisiones de metano y la descarbonización, entre otros.
Otro aspecto en el que se ha avanzado en la COP26 está relacionado con las aportaciones que realizan los países más ricos para la adaptación a los impactos del cambio climático de los que están en vías de desarrollo. Y es que los recursos económicos son vitales para emprender medidas que redunden en beneficio de la sostenibilidad.
2025 se ha fijado como la fecha en la que se deberán duplicar las actuales cantidades (llegar a unos 35.000 millones de euros) y así cumplir con la promesa realizada en 2019. No es un tema nuevo, pero en esta ocasión se ha dado un paso más con este plazo.
Esta financiación supone una bombona de oxígeno para los países en vías de desarrollo
Esta financiación supone una bombona de oxígeno para los países en vías de desarrollo. De hecho, de los recursos actuales que reciben por esta vía, solo una cuarta parte se dedica precisamente a esa adaptación, ya que la gran mayoría está enfocada a mitigar los efectos de los gases contaminantes.
A los consensos relacionados con cuestiones generales, hay que sumar otros compromisos sectoriales. De la COP26 salió un acuerdo global para frenar la deforestación. Incluye a los países que representan más del 85 % de los bosques, entre ellos los que tienen importantes extensiones como Brasil, Canadá, Rusia, Colombia o la República Democrática del Congo.
Se calcula que la degradación de los bosques ya representa más de un 10 % de las emisiones de carbono del mundo. Con una inversión cercana a los 20.000 millones de euros entre fondos públicos y privados, se busca revertir durante esta década la continua pérdida de masa forestal.
Se calcula que la degradación de los bosques ya representa más de un 10 % de las emisiones de carbono del mundo
Las promesas de la COP, pueden dejar un gap entre la retórica y la acción. Aunque hay avances con los compromisos que hemos mencionado anteriormente, hay que concretar sobre cómo se cumplirán realmente los objetivos climáticos.
El mundo, tal y como lo conocemos está evolucionando. O bien ponemos nuestros esfuerzos en evitar los daños medioambientales, o tendremos que lidiar con cambios irreversibles en el clima, crisis alimentarias a gran escala, escasez de agua y zonas cada vez más inhabitables en todo el planeta.