La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático concluyó el pasado viernes 18 de noviembre en Sharm el-Sheikh (Egipto) tras dos semanas de actos y debates. Conocida como COP27, se trata de la última reunión de alto nivel celebrada para luchar contra el cambio climático.
Hace unas semanas hacíamos nuestro pronóstico de lo que sería, a grandes rasgos, este encuentro. Ahora, tras su cierre, podemos empezar a valorar lo que ha supuesto esta cita para la sostenibilidad. La urgencia con la que se afrontaba no se ha correspondido del todo con los acuerdos alcanzados, aunque sí que se han logrado algunos avances.
Ampliación de acuerdos anteriores
La COP27 ha sido importante para consolidar o ampliar acuerdos de otros años. Por ejemplo, el Accelerating to Zero de Glasgow (COP26), para avanzar hacia un transporte por carretera cero emisiones a partir de 2035, al que se han sumado España y Francia; o el acuerdo para la reducción de emisiones de metano (un 30 % para 2030) con 150 países suscritos, incluido Estados Unidos.
La COP27 ha sido importante para consolidar o ampliar acuerdos de otros años
En la dirección adecuada
A pesar de que la Unión Europea ha estado a punto de abandonar las negociaciones para alcanzar el acuerdo final, principalmente por el peligro de olvidar el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5ºC, finalmente se ha conseguido consensuar un documento con esa referencia, en el que destaca la demanda de financiación para la adaptación, pérdidas y daños. Básicamente, se ha acordado crear un fondo para reparar a los países que más están sufriendo las consecuencias del calentamiento global que, en general, son los que menos han contribuido a él.
Al final, todos los participantes han puesto en valor lo conseguido, incluso la Unión Europea que, aún considerando los resultados insuficientes, los valora como importantes y que van por la dirección adecuada.
El principal acuerdo: la colaboración con los países en desarrollo
Es una excelente noticia que, por primera vez, se haya acordado la financiación de pérdidas y daños. Los países desarrollados toman conciencia y aceptan que deben realizar un mayor esfuerzo de mitigación de emisiones. Los países menos desarrollados, que deben crecer y mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, tienen que hacerlo de una forma más sostenible; y para ello, necesitan el apoyo financiero de los “países ricos”. Sin embargo, a pesar del acuerdo histórico, por el momento el fondo no tiene una hoja de ruta clara.
Los países desarrollados toman conciencia y aceptan que deben realizar un mayor esfuerzo de mitigación de emisiones
Ausencias notables
El cambio climático tiene la particularidad de ser provocado por ciertos actores de forma masiva, mientras otros apenas contribuyen. Esos actores principales, con una responsabilidad mayor, han pasado de puntillas por Sharm el-Sheikh, y países de la importancia de China, India o Rusia no han participado.
Casi todo por hacer
Hay una sensación generalizada de falta de ambición en la última COP. Las potencias y el mundo científico se emplazaban a las sesiones de Egipto para marcar el inicio del fin de la emergencia climática… y eso no se ha materializado.
La cumbre ha estado marcada por la guerra en Ucrania, que ha puesto de relieve problemas globales muy importantes como la escasez de recursos y la dependencia energética. Estos problemas, a su vez, han puesto de manifiesto los conflictos entre las economías desarrolladas y las emergentes.
La cumbre ha estado marcada por la guerra en Ucrania, que ha puesto de relieve problemas globales muy importantes
Sin avances en los temas centrales
Se mantiene el objetivo de limitar el incremento global de temperatura a 1,5ºC de Glasgow. Aunque pocos son los países que han establecido objetivos concretos, solo unos 30. Además, se llama a acelerar la reducción del carbón y la eliminación de subsidios a combustibles fósiles ineficientes.
Resulta bastante complejo alcanzar consensos entre partes tan diferentes y con intereses contrapuestos a pesar de que, en su mayoría, todas coinciden en la importancia de luchar contra el cambio climático. En esta edición parece que ha sido mucho más difícil tomar decisiones de calado por consenso.
España ha manifestado que la COP27 ha servido para seguir acelerando pero que ha estado por debajo de las expectativas. La UE, por su parte, califica la Cumbre como decepcionante. Ahora bien, dan por buenos los avances producidos.
En definitiva, aunque se han producido buenas noticias en la COP27 (por ejemplo, la ampliación del acuerdo para la reducción de emisiones de metano), los avances no han sido los esperados dada la situación de emergencia. El principal acuerdo, relativo a la colaboración con los países que más sufren el cambio climático, es tan solo una declaración de intenciones y habrá que esperar a ver cómo se materializa. Quedan pocas conferencias hasta 2030, la fecha clave con la que se trabaja en todas las medidas y la ONU pide ambición climática para dar “un salto de gigante” de aquí a entonces.