Las emisiones de metano son, tras las de dióxido de carbono, las que más contribuyen al calentamiento global: casi la cuarta parte del aumento de la temperatura está provocada por ellas.
Sin embargo, aunque el metano tiene un mayor potencial que el CO2 sobre el calentamiento global, también tiene una vida más corta (aproximadamente dura 10 años en la atmósfera). Por este motivo, una reducción rápida de las emisiones de metano es una de las medidas más efectivas para frenar el cambio climático.
Estas emisiones provienen principalmente de la agricultura, de los verterderos y del sector energético. Sin embargo, las emisiones de metano asociadas a la actividad de los operadores gasistas europeos representaron menos del 0,5% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) de la UE en 2019 y alrededor del 4 % del total emisiones de metano según el informe ‘Gas system operators in joint effort to continue curbing emissions and to support the Global Methane Pledge’, desarrollado conjuntamente por ENTSOG, Eurogas y GIE.
Una reducción rápida de las emisiones de metano es una de las medidas más efectivas para frenar el cambio climático
La innovación juega un papel esencial a la hora de reducir las emisiones de metano en el corto plazo.
Algunas iniciativas como rastrear la emisión mundial de metano con precisión mediante el satélite MethaneSAT, una idea de Fred Krupp, miembro del Fondo para la Defensa del Medio Ambiente, constituirán una fuente de datos muy necesaria para que gobiernos, corporaciones y ciudadanía puedan actuar y reducir las emisiones de metano en cualquier parte.
Y es que la visión desde el espacio puede aportar soluciones muy interesantes al cambio climático. Otro buen ejemplo de ello lo tenemos en la colaboración entre Enagás y Satlantis, por la cual se están realizando tests de calibración de ópticas de alta precisión para microsatélites espaciales que detectarán y cuantificarán las emisiones de metano en nuestro planeta.
La detección, monitorización y mitigación de las emisiones de metano en la cadena de valor del gas es una parte crucial de la reducción de gases de efecto invernadero en la atmósfera. De hecho, es una de las prioridades de GERG (The European Gas Research Group), institución que trabaja con la comunidad energética de Europa para desarrollar soluciones innovadoras en la infraestructura gasista.
La detección, monitorización y mitigación de las emisiones de metano es una parte crucial de la reducción de gases de efecto invernadero en la atmósfera
Entre los proyectos desarrollados recientemente se encuentra una iniciativa pionera en Europa para aumentar el conocimiento sobre nuevas tecnologías de cuantificación de gases, en la cual se analizó la exactitud de nuevos sensores y metodologías mediante una serie de ensayos con emisiones de metano controladas.
Asimismo, actualmente se está trabajando en un proyecto piloto para desarrollar metodologías de reconciliación que impliquen combinar los enfoques de cuantificación de emisiones top down (a nivel de emplazamiento) y bottom up (centrado en la detección de cada fuente de emisión individualizada). Ambos proyectos han sido liderados por Enagás con el apoyo de GERG y diversos operadores y asociaciones gasistas europeas.
Aunque la actuación debe ser ágil, no hay que olvidar que el cambio ha de ser permanente. Por eso, también se deben tomar medidas que tengan un impacto de largo recorrido.
En el sector energético
Las compañías más punteras ya están tomando medidas para reducir las emisiones, entre otras, de metano y, en muchos casos, las campañas de detección, cuantificación y mitigación de emisiones están recogidas dentro de sus planes de mantenimiento anuales.
Además, se espera la aprobación en los próximos meses del Reglamento para la reducción de las emisiones de metano en el sector energético, que establece normas para el reporte y la reducción de dichas emisiones. Estas pasan por el empleo de última tecnología que permita el mismo o mejor rendimiento con la mira puesta en la sostenibilidad.
Pero también es importante continuar con los esfuerzos para una transición paulatina que permita cumplir con los objetivos de descarbonización fijados en Europa para 2050 y que sitúa a las energías renovables a la cabeza del mix energético.
Las compañías más punteras ya tienen recogidas dentro de sus planes de mantenimiento anuales las campañas de detección, cuantificación y mitigación de emisiones
Aprovechamiento de residuos
El metano también puede producirse cuando los residuos orgánicos se descomponen por falta de oxígeno. Este tipo de emisiones incontroladas de los residuos deben ser eliminadas progresivamente y, de hecho, es la práctica habitual en muchos países industrializados. De esta forma, el aprovechamiento energético de residuos tiene la doble ventaja de reducir los desechos mientras se genera una energía que puede ser aprovechada, como el biogás.
En este apartado también se situarían las aguas residuales, en las que el uso de lagunas cubiertas o la aplicación de microalgas pueden evitar la formación de gases.
Reducción de la deforestación y plantación de árboles
Aunque es importante reducir las emisiones, también es posible incrementar los sumideros, sistemas que capturan o degradan moléculas de gases de efecto invernadero. La forestación también es un conocido sistema en la lucha contra el cambio climático, ya que los árboles tienen capacidad para almacenar carbono y reducir así el CO2 en la atmósfera.
En la ganadería
La ganadería es un sector que emite grandes cantidades de metano, algo que se puede ir revirtiendo de forma paulatina.
Las principales estrategias se centran en una dieta más equilibrada para los animales (y que permita, entre otros, reducir las emisiones), incluso introduciendo innovaciones como el empleo de algas o nuevos aditivos para su alimentación.
Desde el punto de vista del consumidor, es recomendable una reducción en la sociedad del consumo de carne y lácteos. La racionalización de la ingesta de estos productos que, en general, es muy elevada en los países desarrollados, puede ayudar a reducir las emisiones; pero también ofrece beneficios para la salud individual.
Reducir las emisiones de metano es una de las vías más eficaces para frenar el cambio climático y, además, está a nuestro alcance.