Pensemos en un mundo completamente electrificado. Un mundo en el que todos viajamos en bicicletas eléctricas, coches, trenes, aviones e incluso barcos eléctricos. Un lugar donde las ciudades enteras funcionan con paneles solares y toda la infraestructura eléctrica depende de redes inteligentes y baterías gigantes.
Podríamos pensar que se trata de un escenario ideal para alcanzar la neutralidad de emisiones entre 2050-2100. Pero puede tratarse de un sueño no tan ideal.
La electrificación es y va a ser importante, pero el mundo no va a poder ser 100% eléctrico en 2050
A día de hoy, la electricidad representa a nivel global, de media, un 20% de la energía final. En 30 años, las previsiones estiman que llegaremos a un 50% de electrificación. Más allá de eso parece prácticamente imposible, por razones técnicas y económicas.
Por lo tanto, para una progresiva transición hacia la descarbonización de nuestro modelo energético, “a largo plazo resulta necesario promover soluciones renovables para la descarbonización de la matriz no eléctrica, que hoy representa tres cuartas partes de nuestras necesidades energéticas y seguirá siendo al menos la mitad del futuro suministro neutro en carbono”, según los escenarios que ha planteado la Comisión Europea con vistas al desarrollo de un sistema energético descarbonizado para 2050.
Aunque la energía eléctrica juega un papel importante en un mundo libre de CO2, es importante diferenciar descarbonizar y electrificar. No son sinónimos.
En el futuro sistema energético será clave la integración de los sistemas y mercados de electricidad, gas, calefacción/refrigeración y movilidad. En este sentido, un estudio de Gas for Climate asegura que “la forma más eficiente de descarbonización consiste en combinar electricidad con gases renovables como el hidrógeno y el biometano”.
Gas for Climate es un grupo europeo nacido en 2017 y formado por empresas europeas líderes en el transporte de gas y asociaciones del sector del gas renovable. Su objetivo es concienciar y analizar el papel del gas renovable y del gas con bajas emisiones de carbono en el futuro sistema energético, cumpliendo plenamente el objetivo del Acuerdo de París.
Asimismo, este informe demuestra que “para descarbonizar Europa al menor coste posible se necesitan 2.900 TWh de biometano e hidrógeno verde” y que el uso de este gas en la infraestructura gasista actual “supondría un ahorro anual de 217.000 millones de euros en 2050, en comparación con un sistema energético con mínima presencia de gas”.
La red gasista actual en España está preparada para poder transportar y almacenar gases renovables sin necesidad de tener que realizar inversiones relevantes, lo que resulta clave para que la transición energética se realice al menor coste posible.
Una combinación de electricidad renovable y gas renovable logrará una emisión neta cero de gases de efecto invernadero de la manera más rentable, concluyen desde Gas for Climate
Pues bien, ahora pensemos en un futuro en el que el sistema energético sea 100% renovable. Habrá quienes opinen que esto es una utopía pero… ¿quién pensaba hace 30 años que hoy podríamos hacer prácticamente cualquier gestión –desde leer hasta hacer transacciones económicas- conectados a Internet y desde una pantalla de 5 pulgadas? Si el presente es tecnológico, imaginemos cómo será el futuro. Innovación, comunicación y compromiso entre los gobiernos y la industria serán clave para conseguirlo.