La inteligencia artificial es una de las tecnologías más fascinantes y prometedoras de nuestro tiempo. Desde la automatización de procesos hasta la personalización de experiencias, la IA está transformando la manera en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos con el mundo que nos rodea.
Sin embargo, como toda tecnología disruptiva, presenta una serie de desafíos que deben ser abordados si queremos aprovechar su potencial al máximo.
ChatGPT es una inteligencia artificial generativa que nació con un modelo de código abierto por la empresa OpenAI. Esto quiere decir que los desarrolladores de ChatGPT hacen que su código sea accesible al público y también su uso, con lo que el aprendizaje es mucho más rápido.
La IA está transformando la manera en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos con el mundo que nos rodea
Recientemente Microsoft invirtió en OpenAI, con lo que la nueva versión de ChatGPT estará integrada con el conjunto de herramientas habituales de Microsoft, que maximizarán la utilidad para los usuarios de Dynamics, PowerPlatform o los programas de Microsoft 365 (Excel, Word, PowerPoint…).
Aunque se está hablando mucho de esta tecnología, lo importante es lo que aporta al usuario, y en el caso de las empresas, a los procesos que se realizan y a las personas que las conforman.
Como usuarios, quizá estamos más acostumbrados a la inteligencia artificial conversacional, aquella que utilizan los asistentes de voz como Alexa o Siri, que tenemos habitualmente en nuestras casas. Estos dispositivos manejan el lenguaje natural, lo procesan y con ello hacen las acciones correspondientes, en un flujo automatizado.
La IA generativa, como la empleada en ChatGPT, lleva los sistemas automatizados más allá. No sólo automatiza tareas, sino que genera contenido derivado de lo que el humano interactúa con ella e interpreta dicho contenido. Este contenido generado puede existir o no previamente; es decir, que la inteligencia artificial crea contenidos a partir de una serie de datos con los que ha sido alimentada, pudiendo reproducirlos exactamente en algunas ocasiones.
No sólo automatiza tareas, sino que genera contenido derivado de lo que el humano interactúa con ella e interpreta dicho contenido
Contamos con numerosos ejemplos en los que se está utilizando este tipo de herramientas para, por ejemplo, resumir documentos, asistir por voz a operadores para ciertas tareas, generar textos en base a unos comandos concretos, realizar listas de tareas o explicar procedimientos complejos de una forma más sencilla.
En redes sociales se multiplican los ejemplos de lo que ChatGPT puede llegar a hacer. Así, hemos visto cómo algunos usuarios han creado libros originales o códigos para programar una aplicación. Y, aunque este tipo de inteligencia artificial es la más popular, no es la única inteligencia artificial generativa, ya que existen otras destinadas a la generación de imágenes, vídeos o, incluso, sonidos y locuciones.
La carrera y evolución de las distintas formas de inteligencia artificial está siendo meteórica. El interés mediático se ha centrado en ChatGPT, que ha alcanzado cifras récord de usuarios en muy poco tiempo y ha llamado la atención de un gigante como Microsoft para incorporarlo a sus soluciones.
Sin embargo, recientemente, un grupo de más de 1.000 tecnólogos, académicos y otros especialistas ha redactado una carta en la que piden que se pare el desarrollo de la inteligencia artificial durante un tiempo para evaluar los riesgos.
Debemos acompañar estos cambios de un diálogo social que nos ayude a entender qué implicaciones tiene y como lo usamos en beneficio de los retos de las empresas y de la sociedad
En cualquier caso, como en cada disrupción, todo beneficio conlleva un cierto grado de riesgo. Por este motivo es importante hablar menos de tecnología y centrarnos más en los usos y aplicaciones que puede tener para las personas. Debemos acompañar estos cambios de un diálogo social que nos ayude a entender qué implicaciones tiene y como lo usamos en beneficio de los retos de las empresas y de la sociedad.
Uno de los grandes problemas de todas las inteligencias artificiales, no solo la generativa, es el gran consumo energético que conlleva. El procesamiento de datos tiene consecuencias para el consumo de energía, de agua y por supuesto, para la emisión de gases de efecto invernadero. Por este motivo, es importante escalar estas tecnologías con un plan energético aparejado.
Uno de los grandes problemas de todas las inteligencias artificiales es el gran consumo energético que conlleva
Resulta así imprescindible que las empresas tecnológicas, que cada vez precisan de más energía para el desarrollo de estas nuevas soluciones, se doten de energía limpia para que sus operaciones sean sostenibles y viables a largo plazo. Pero en el otro lado de la balanza también encontramos numerosos beneficios que la inteligencia artificial pueda aportar en la lucha contra el cambio climático como:
Es un hecho que la proliferación de herramientas de inteligencia artificial puede ser una buena noticia para ayudar al medioambiente. Sin embargo, son tecnologías que suponen un elevado consumo energético y afectan directamente a la sostenibilidad del planeta.
Por ello, resulta urgente que las empresas que han creado y aquellas que utilizan estas soluciones tomen medidas para reducir la huella de carbono, usando fuentes de energía renovable y diseñando sistemas más eficientes.