La industria metalúrgica se encuentra en el epicentro de una transformación sin precedentes. Responsable de cerca del 8 % de las emisiones globales de CO₂, de acuerdo con McKinsey & Company, la producción de acero, aluminio y otros metales está en el punto de mira para reducir su impacto ambiental. En este contexto, el hidrógeno renovable emerge como una alternativa con mucho potencial para la descarbonización del sector, con capacidad para redefinir su cadena de valor y hacerla más sostenible.
El hidrógeno renovable se produce mediante la electrólisis del agua utilizando electricidad procedente de fuentes renovables, como la energía solar o eólica. Esto lo convierte en un recurso libre de emisiones, a diferencia del hidrógeno gris, que se obtiene a partir de gas natural y genera emisiones de CO₂.
En industrias como la metalurgia y la producción de acero esto es importante. Y es que el acero, el material más utilizado en el mundo después del hormigón, se fabrica principalmente en altos hornos que emplean carbón como agente reductor del mineral de hierro. Este proceso genera grandes cantidades de CO₂. Sin embargo, la tecnología de Reducción Directa del Hierro (DRI, por sus siglas en inglés) con hidrógeno verde permite sustituir el carbón por este gas renovable, produciendo únicamente vapor de agua como subproducto.
La producción de acero, aluminio y otros metales está bajo el punto de mira para reducir su impacto ambiental
Alemania es un referente global por su estrategia clara para transformar su sector siderúrgico. Uno de los proyectos más emblemáticos es el de la empresa Salzgitter AG, que está desarrollando el programa SALCOS (Salzgitter Low CO₂ Steelmaking), con el objetivo de reemplazar el carbón por hidrógeno verde en su proceso de producción de acero.
Para ello, ha comenzado a construir una planta de electrólisis de 100 MW que le permitirá reducir drásticamente las emisiones de CO₂. A la par, la energética VNG está desarrollando otra planta en Sajonia-Anhalt, cuya producción de hidrógeno verde se destinará a industrias locales, incluyendo la metalurgia. Estos proyectos forman parte del paquete de ayudas del gobierno alemán para la descarbonización industrial, que prioriza el acero como sector clave en la transición energética.
Con su ambiciosa agenda climática, Alemania está a la vanguardia en la integración del hidrógeno renovable en la metalurgia. El proyecto HYBRIT, liderado por SSAB, LKAB y Vattenfall, busca producir acero sin emisiones de CO₂, sustituyendo el coque por hidrógeno renovable en los procesos de reducción. Este proyecto se considera un referente mundial y tiene como objetivo producir el primer lote de acero libre de fósiles en 2026.
En Suecia, el gigante de la siderurgia SSAB también está desarrollando la misma tecnología, buscando reducir drásticamente las emisiones de su producción de acero. En 2020, SSAB logró producir acero con hidrógeno a escala piloto en colaboración con empresas como Vattenfall, marcando un hito en la transición de la industria pesada hacia la descarbonización.
Alemania es todo un referente con proyectos clave para reemplazar el carbón por hidrógeno verde en la producción de acero
Noruega también está desempeñando un papel clave, particularmente con su enfoque en la producción de hidrógeno a partir de energía hidroeléctrica. Empresas como HydrogenPro están trabajando en plantas de producción de hidrógeno renovable con energía hidroeléctrica, que luego se destina a proyectos industriales, incluida la metalurgia.
Viendo otros ejemplos en el mundo, en Australia está el proyecto Asian Renewable Energy Hub, un claro ejemplo de cómo el hidrógeno verde se puede utilizar no solo a nivel nacional sino también como un producto de exportación estratégico. Con un potencial de generación de hasta 26 GW de energía renovable, este proyecto está diseñado para abastecer principalmente a países asiáticos como Japón y Corea del Sur, que buscan descarbonizar sectores industriales pesados como la metalurgia. En Corea del Sur, la empresa POSCO, uno de los mayores productores de acero, ya está utilizando hidrógeno en sus plantas piloto como alternativa al carbón para la producción de acero.
En este aspecto, el impacto del hidrógeno renovable no se limita al acero. En la producción de aluminio, su uso como combustible en procesos de reciclaje y refundición puede contribuir a reducir significativamente las emisiones. En Noruega, Hydro ha producido el primer lote de aluminio reciclado utilizando hidrógeno renovable como combustible, demostrando que la transición es viable incluso en sectores tradicionalmente dependientes de combustibles fósiles.
Mientras tanto, en industrias como la del cobre y el zinc, aunque su aplicación es menos directa, también se busca aprovechar su potencial en la reducción de óxidos metálicos.
La actividad industrial supone aproximadamente el 22 % de las emisiones totales en España, según datos del MITERD
España ha comenzado a posicionarse como un líder emergente en el desarrollo de hidrógeno renovable, especialmente en el sector metalúrgico, que constituye uno de los mayores emisores de CO₂ de la industria nacional, tan solo por detrás del transporte. Según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el sector industrial representa aproximadamente el 22 % de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en España.
Uno de los proyectos más relevantes en España vinculados a la descarbonización de la industria del acero mediante hidrógeno renovable es el de Hydnum Steel, una nueva planta siderúrgica que se construirá en Puertollano (Ciudad Real). Este proyecto se alinea con la estrategia del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que impulsa la descarbonización industrial y prevé la construcción de plantas de electrólisis para producir hidrógeno.
A nivel institucional, España está desarrollando iniciativas clave para posicionarse como hub del hidrógeno verde en Europa. La red de infraestructuras de hidrógeno española y el futuro corredor H2med, que conectará la península ibérica con Francia y Alemania ejemplifican cómo el país está creando infraestructuras y que facilitarán el transporte, exportación y uso del hidrógeno en sectores industriales, incluida la siderurgia.
Por tanto, el camino hacia una metalurgia sin emisiones está en marcha, pero su éxito dependerá de la colaboración entre gobiernos, empresas y centros de innovación. La inversión en infraestructuras, la reducción de costes y el desarrollo de políticas de apoyo serán esenciales para que el hidrógeno renovable pase de ser una promesa a una realidad consolidada.
A medida que el mundo avanza hacia una economía descarbonizada, la metalurgia tiene la oportunidad de reinventarse y convertirse a un modelo cada vez más sostenible.