El bioGNL combina el potencial del biogás con la infraestructura y ventajas del GNL, ofreciendo una alternativa real para reducir las emisiones de sectores difíciles de electrificar como el transporte pesado de mercancías y el transporte marítimo.
En términos sencillos es biometano de origen renovable licuado a -160 ºC. Sin embargo, detrás de esta definición se esconde un proceso que combina innovación tecnológica, economía circular y la capacidad de transformar residuos en energía limpia y utilizable a gran escala.
Todo comienza con la producción de biogás mediante la digestión anaerobia, un proceso biológico en el que microorganismos descomponen materia orgánica en ausencia de oxígeno. Este biogás está compuesto principalmente por metano y dióxido de carbono. Las materias primas son muy diversas: desde residuos agrícolas y restos de cosechas hasta purines de explotaciones ganaderas, lodos de depuradora o fracción orgánica de residuos sólidos urbanos. En esencia, se trata de convertir aquello que normalmente se consideraría un desecho en un recurso energético de gran valor.
El siguiente paso es el upgrading o purificación del biogás, que consiste en separar el dióxido de carbono y las impurezas hasta obtener un biometano de alta pureza, equiparable al gas natural en términos de composición y poder calorífico. Este biometano ya puede inyectarse en la red gasista o utilizarse directamente como combustible.
El bioGNL conserva las mismas propiedades que el GNL convencional, pero con la gran ventaja de que su origen es renovable
Finalmente, para obtener bioGNL, el biometano purificado se somete a un proceso de licuefacción en el que se enfría a unos -160 ºC. El resultado es un líquido criogénico que ocupa unas seiscientas veces menos volumen que en estado gaseoso, lo que facilita enormemente su almacenamiento, transporte y distribución.
Adicionalmente a la opción de licuefacción física del biometano, el Reglamento (UE) 2022/996 introduce el concepto de infraestructura conectada, que permite reconocer todo el biometano inyectado en la red gasista como bioGNL en las plantas de regasificación.
Esta alternativa, conocida como licuefacción por equivalencia, ha sido clave para la puesta en marcha del servicio de bioGNL en las terminales de Enagás, posicionándolas como pioneras en este ámbito.
El bioGNL conserva las mismas propiedades que el GNL convencional, pero con la gran ventaja de que su origen renovable permite una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero.
El bioGNL se ha consolidado como una de las soluciones más eficaces para avanzar hacia los objetivos de neutralidad climática de la Unión Europea en 2050. Su atractivo radica en que no solo contribuye a la descarbonización, sino que también aporta ventajas competitivas para el sector del transporte y para la economía en general.
El beneficio más inmediato es la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Según un estudio publicado en 2023 por la Universidad NTU de Singapur, el uso de bioGNL en sustitución del diésel puede suponer entre un 80 % y un 90 % menos emisiones de CO₂ equivalente en todo el ciclo de vida. En casos concretos, cuando el biogás procede de residuos agroganaderos, el impacto es incluso mayor porque se evita la liberación de metano en origen. Eso convierte al bioGNL en un combustible de emisiones negativas, capaz de retirar más carbono del que emite durante su combustión.
El bioGNL es un drop-in fuel, lo que significa que puede usarse directamente en cualquier infraestructura diseñada para GNL. Esto incluye camiones de larga distancia, buques con motores dual-fuel y estaciones de repostaje. No se requieren modificaciones técnicas, lo que reduce enormemente la barrera de entrada y permite que el bioGNL sea una solución ya disponible para flotas que buscan descarbonizarse.
En agosto de 2025, Enagás logró un avance histórico: realizó las primeras cargas de España de bioGNL para el suministro de bunkering obtenido con licuefacción por equivalencia. Este hecho demuestra que la infraestructura española está lista para producir, transportar y entregar bioGNL en condiciones seguras, y la apuesta de Enagás por contribuir activamente a la descarbonización del transporte poniendo en marcha soluciones innovadoras. Asimismo, posiciona a España como hub estratégico de bunkering renovable en el Mediterráneo.
El bioGNL es también una palanca de desarrollo territorial y rural al producirse a partir de residuos locales —agrícolas, ganaderos o urbanos— que de otra manera generarían emisiones y costes de gestión. Esto impulsa la economía circular al tiempo que genera empleo en zonas rurales, diversifica las fuentes de ingresos para agricultores y ganaderos y reduce la dependencia energética exterior.
La Asociación Europea de Biogás (EBA) reveló en un informe que para 2050 hasta el 40 % del consumo total de gas en Europa podría provenir de biometano sostenible y España sería el segundo país, después de Francia, en potencial total de generación de este combustible.
El bioGNL es un catalizador para acelerar la descarbonización del transporte pesado y marítimo. Su disponibilidad creciente, su compatibilidad con la infraestructura actual y su potencial de reducción de emisiones lo convierten en una pieza clave de la estrategia energética europea.