El hidrógeno renovable es, indudablemente, un vector energético fundamental que está marcando la agenda de la transición energética. Su desarrollo avanza a toda velocidad, pero todavía es un gran desconocido y, por ello, su percepción puede llevar a confusión en diversos aspectos.
Hay varios mitos asociados al hidrógeno y, en este artículo, vamos a explorar algunos de ellos para demostrar que el hidrógeno es una alternativa sostenible, segura y versátil, indispensable para un futuro neutro en carbono y muy importante para la competitividad de la industria y la soberanía energética de Europa.
Uno de los argumentos más utilizados por los escépticos del hidrógeno verde es que se trata de una tecnología inmadura, aún en fase experimental y sin capacidad real para competir con otras fuentes de energía. Sin embargo, esta afirmación no es cierta. La tecnología del hidrógeno verde ya existe, es funcional y está avanzando rápidamente en su despliegue.
La tecnología del hidrógeno verde es completamente madura en términos de viabilidad técnica y funcionamiento. Los electrolizadores, las celdas de combustible y los sistemas de almacenamiento y transporte están desarrollados y operativos en múltiples proyectos alrededor del mundo. No es una tecnología experimental ni en fase de prueba, sino una solución lista para ser desplegada a gran escala.
El hidrógeno, como tal, se ha utilizado a gran escala en la industria desde hace más de 100 años. Su uso industrial comenzó a principios del siglo XX, y ha ido evolucionando con el tiempo, por lo que se trata de una tecnología probada y conocida por el sector.
La tecnología del hidrógeno renovable ya existe, es funcional y se está avanzando rápidamente en su despliegue
A menudo, también se debate sobre cuán competitivo es el hidrógeno renovable frente a otras fuentes de energía renovable. Es cierto que su competitividad aumentará a medida que se vaya reduciendo su coste de producción, por el abaratamiento previsto de los electrolizadores y la electricidad renovable fundamentalmente, pero también asociado a otras causas como el incremento del coste de producción de alternativas actuales según aumente el coste de emisión del CO2 por sus correspondientes derechos de emisión.
Pero la tecnología de electrólisis para producir hidrógeno también ha avanzado muchísimo en los últimos años, impulsada por la necesidad de descarbonizar sectores difíciles de electrificar y por el creciente interés en el hidrógeno verde, disminuyendo el coste de los electrolizadores. El coste actual de producción del hidrógeno verde en España se sitúa, según el índice IBHYX desarrollado por el Mercado Ibérico del Gas, en 5,9 €/kg.
Además, se prevé que, para finales de esta década, al igual que pasó con las renovables eléctricas, con el incremento de la capacidad y las economías de escala, el coste de producción del hidrógeno verde en la Península Ibérica oscile entre 2,6 y 3,8 €/kg.
Sin embargo, en sectores como la movilidad, el hidrógeno ya ha demostrado ser competitivo, lo que podría acelerar aún más la reducción de la brecha de competitividad en otras áreas.
El hidrógeno posee dos grandes ventajas que lo hacen ser más competitivo frente a otras alternativas: permite el almacenamiento y el transporte de energía.
Mientras que la electricidad resulta difícilmente almacenable a gran escala, el hidrógeno tiene la capacidad de ser almacenado de manera más eficiente, convirtiéndose así en una solución ideal para asegurar un suministro continuo de energía renovable cuando la generación de electricidad es insuficiente debido a la intermitencia de otro tipo de fuentes como la solar o la eólica.
La producción de hidrógeno a gran escala se llevará a cabo en hubs situados cerca de los centros de generación de energía renovable, lo que permitirá minimizar las pérdidas y los costes adicionales asociados al transporte de electricidad, mejorando así su competitividad.
España tiene el potencial para producir el hidrógeno renovable más competitivo de Europa por su gran capacidad de generación renovable y, por medio de estos hubs podrá exportarlo a otros países del entorno mediante infraestructuras como H2med, el primer gran corredor de hidrógeno europeo, contribuyendo así a la transición energética global.
Otro de los mitos recurrentes es que la producción de hidrógeno renovable requiere enormes cantidades de agua, lo que podría generar problemas de disponibilidad en zonas con estrés hídrico.
Sin embargo, para producir una tonelada de hidrógeno verde mediante electrólisis se necesitan aproximadamente 15.000 litros de agua. Puede parecer mucho, pero si se compara con las pérdidas de agua en canalizaciones urbanas o agrícolas, por ejemplo, es realmente bajo. Como dice la Asociación Española del Hidrógeno, para alcanzar el objetivo del PNIEC de 11 GW se utilizaría el 0,07% del agua que pueden almacenar los embalses anualmente. O de otra forma, el 0,1% del agua que se dedica al año a usos agrarios en España.
La producción de hidrógeno verde mediante electrólisis necesita una cantidad de agua similar a la del hidrógeno gris utilizado actualmente, por lo que su sustitución gradual no implicaría una demanda significativa de agua
En España, se consumen entre 500.000 y 600.000 toneladas de hidrógeno al año, principalmente hidrógeno gris que se utiliza para algunos procesos industriales. La producción de hidrógeno verde mediante electrólisis necesita una cantidad de agua similar o incluso menor a la del hidrógeno gris, por lo que su sustitución gradual no implicaría una demanda significativa de agua adicional. Por tanto, si bien es cierto que la producción de hidrógeno consume agua, la comparación con otros procesos industriales muestra que el impacto no es tal.
Otra duda bastante habitual en torno al hidrógeno renovable es si para su producción se requieren grandes extensiones de terreno. Actualmente, los proyectos asociados a la producción de hidrógeno conviven de forma generalizada junto con instalaciones de energía renovable ya existentes, como puede ser el caso de los parques fotovoltaicos.
En cualquier caso, el espacio necesario para los electrolizadores es significativamente menor que el requerido para la generación de energía solar. La proporción es de 150 m² de terreno por MW de hidrógeno, frente a los 15.400 m² de una planta solar por MWn (megavatio nominal). En conclusión, la generación de hidrógeno verde mediante electrolizadores requiere significativamente menos espacio que la generación de energía solar.
Los proyectos de hidrógeno que se desarrollan en áreas rurales de España representan una oportunidad para su desarrollo socioeconómico e industrial
A ello se suma que muchos de los proyectos de hidrógeno que se están llevando a cabo en España se desarrollan en áreas rurales, o lo que comúnmente se denomina «España vaciada», lo que, con total certeza, representa una oportunidad para el desarrollo socioeconómico e industrial en zonas que de otra forma quedarían relegadas.
Gracias a estos proyectos, no solo se podrá abastecer con una energía 100 % limpia a las zonas de consumo, sino que también se estimulará la economía local y se reducirá la brecha territorial entre las regiones más desarrolladas y las menos, impulsando una transición justa.
A pesar de los avances, persisten dudas sobre si la demanda actual de hidrógeno renovable es suficiente para justificar las inversiones previstas en infraestructura y el desarrollo del mercado en Europa a corto plazo.
La demanda de hidrógeno está creciendo de forma sostenida y se espera que esta tendencia continúe en los próximos años, impulsada por los ambiciosos objetivos climáticos y de autonomía energética de la Unión Europea, los avances tecnológicos y la necesidad urgente de descarbonizar sectores clave como la industria intensiva en emisiones y el transporte pesado.
La demanda de hidrógeno renovable está creciendo de forma sostenida y se espera que esta tendencia continúe en los próximos años
En este contexto, los Estados miembros de la UE deben transponer a sus legislaciones nacionales la Directiva RED III, que fija objetivos vinculantes de consumo de hidrógeno renovable para 2030. Esta normativa prevé una demanda reglamentaria de entre 3 y 4,5 millones de toneladas (Mt) de hidrógeno verde para ese horizonte.
A nivel nacional, la actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023-2030, aprobada por el Gobierno español en septiembre de 2024, establece como objetivo alcanzar una capacidad instalada de 12 GW en electrolizadores para la producción de hidrógeno renovable en 2030. Esta meta triplica el objetivo fijado en la versión anterior del plan, que contemplaba 4 GW.
En el último trimestre de 2023, Enagás llevó a cabo una consulta no vinculante, una Call for Interest, para la futura red española de hidrógeno. La iniciativa recibió una alta participación y contó con el respaldo de todo el sector.
El escenario a 2030, teniendo en cuenta solo los proyectos más maduros de todos los presentados a la consulta, mostró una producción de hidrógeno de aproximadamente 2,5 millones de toneladas al año, 23,3 GW de capacidad de electrólisis y un consumo de un millón de toneladas.
En cuanto a la demanda interna, según los datos recabados, se prevé que alcance aproximadamente 1 Mt/a, superando el consumo actual de hidrógeno gris, que ronda las 600.000 toneladas al año.
El hidrógeno renovable se ha consolidado como un vector energético esencial para la descarbonización, especialmente en sectores industriales y de transporte donde la electrificación resulta inviable, y también para la autonomía energética.
Es evidente que el hidrógeno renovable va a desempeñar un rol esencial en la transición energética de España y de Europa en su conjunto, que están haciendo una apuesta inequívoca por el mismo, integrándolo de forma óptima en el ecosistema energético existente, y generando una amplia aceptación social.
Con el desarrollo de la tecnología adecuada, proyectos de infraestructura planificados como los que está desarrollando en Enagás y con el foco puesto en la sostenibilidad, el hidrógeno renovable se posiciona como una solución efectiva para lograr la neutralidad en carbono y contribuir al crecimiento económico, tanto en áreas rurales como urbanas.