Euskadi está gestando su revolución energética. Siguiendo con la serie de nuestro blog sobre la evolución del ecosistema del hidrógeno renovable en las diferentes comunidades autónomas del país, y tras ver casos como los de Andalucía, Extremadura o Castilla-La Mancha, analizamos cuáles son las principales líneas de actuación y los proyectos en materia de hidrógeno renovable en el ámbito autonómico.
El Gobierno vasco lleva años preparando el terreno para este cambio. Su Estrategia Vasca del Hidrógeno, promovida por el Ente Vasco de la Energía (EVE) y presentada en 2021, ya tenía como objetivo convertir Euskadi en un referente del sur de Europa en producción y uso de hidrógeno renovable. Con la meta puesta en 2030, la comunidad se propuso alcanzar una potencia instalada de electrolización de 300 MW, siendo el 100 % del hidrógeno producido de origen renovable o bajo en carbono.
En 2025, ese impulso ha tomado forma en el plan Deskarboniza 2025, un programa con dotación de 400 millones de euros con el que el Ejecutivo vasco quiere movilizar más de 1.200 millones en inversión privada. Su objetivo es acelerar la descarbonización de la industria, reducir la dependencia de combustibles fósiles y situar a Euskadi en la vanguardia de la energía renovable, con un mix energético que combina la electrificación con tecnologías limpias como el hidrógeno verde.
Se prevé destinar 60 millones de euros al autoconsumo energético, con el objetivo de triplicar la potencia instalada actual hasta alcanzar los 450 MW en cuatro años, y 100 millones para proyectos de descarbonización industrial. A ello se suman 100 millones en préstamos a interés cero para eficiencia energética y energías renovables, así como líneas específicas para movilidad sostenible, auditorías energéticas y economía circular.
Deskarboniza 2025 es un programa con el que el Euskadi quiere movilizar más de 1.200 millones en inversión privada
Otro nombre propio de la apuesta de Euskadi por el hidrógeno renovable es BH2C, el Corredor Vasco del Hidrógeno, una alianza público-privada que busca convertir a la región en uno de los grandes polos europeos de producción y uso de hidrógeno renovable.
El proyecto nació en 2021 con la ambición de construir un ecosistema completo del hidrógeno, capaz de descarbonizar los principales sectores económicos —energía, industria, transporte y usos residenciales— y, al mismo tiempo, generar un nuevo tejido tecnológico e industrial alrededor de esta fuente de energía limpia.
El origen del corredor está en Petronor y Repsol, que lideran la iniciativa junto a un nutrido grupo de 72 organizaciones entre instituciones, centros tecnológicos y empresas privadas. Detrás hay una inversión prevista superior a los 900 millones de euros hasta 2030, orientada a desplegar infraestructuras, plantas de producción y proyectos de aplicación en toda la comunidad. La hoja de ruta contempla la generación de más de 1.300 empleos directos y cerca de 6.700 indirectos.
El objetivo final es producir 21.000 toneladas anuales de hidrógeno renovable, evitando la emisión de unas 200.000 toneladas de CO₂ en el proceso.
El Corredor Vasco del Hidrógeno es una alianza público-privada que busca convertir a Euskadi en uno de los grandes polos europeos de producción y uso de hidrógeno renovable
Una de las claves del BH2C es su modelo de gobernanza, basado en la colaboración. Participan grandes nombres del ecosistema energético e industrial: Repsol, Nortegas, Enagás, Enagás Renovable, Sener, Basquenergy Cluster, Auto-Juntas, Garbiker o la Fundación Mubil, entre otros. A ellos se suman 14 centros tecnológicos y de conocimiento, como Tecnalia, Ikerlan o CIC Energigune, junto con asociaciones empresariales y administraciones públicas locales y forales.
Estos son los principales proyectos de hidrógeno renovable que están en marcha en el País Vasco.
Lo que hoy sucede en Euskadi podría servir de modelo para otras regiones. Su estrategia combina una visión clara, un fuerte apoyo público y una estrecha cooperación con la industria. Más allá de las infraestructuras, la región está construyendo un futuro en el que la energía limpia genera empleo, conocimiento y valor añadido.